A Pablo Podemos ya le hemos visto el rabo peludo


El chico este de la coleta y camisa de cuadros que invade las pantallas no para de crecer. En una sociedad mediocre y anestesiada, escasa de líderes, ya se ha convertido en un icono en Europa y poco le falta para montar un gabinete para asesorar a los socialistas. Pedro Sánchez ya le dio por el gusto votando en contra de Juncker, a pesar de ser un tema consensuado antes de su llegada. El guapo de la camisa blanca quiere dar una de cal y otra de arena. No sé cómo le resultará ir de moderado tirando al centro para algunos temas e imitar a Podemos en otros. Hay que darle su tiempo, pero de momento, el nuevo secretario es un enigma, sobre todo por el embrujo que sobre él ejerce Susana Díaz, más por los apoyos, claro está, que por su sapiencia política o su capacidad de seducción. El seductor aquí es Pablo Iglesias. Hay otros en Podemos, incluso más preparados y con mayor experiencia, pero no son capaces de enamorar a la cámara como él.

Pablo Podemos representa el arquetipo del mal de los cuentos infantiles. Es el ogro que se traga todo lo que encuentra, sobre todo si son niños ingenuos; es el monstruo de la montaña devorador de vírgenes; y es el lobo, que con astutas estrategias consigue engañar a los cabritillos y a Caperucita. Al final siempre aparece el príncipe, el héroe o el cazador bueno –esto sí que es una contradicción en los términos— que acaba salvando a los ingenuos e indefensos protagonistas.

Pablo Iglesias Castro-Chávez es un demagogo, un manipulador, un depredador político que está dispuesto a saciar su hambre y sed de poder a cualquier precio. Es un fenómeno mediático que ha llegado para quedarse. Es listo y ha aprendido pronto el oficio de la charlatanería. Es un monstruo, que se cuela en nuestras casas y en las mentes de muchos, y que estamos engordando entre todos. Sus amigos agitadores de las teles, porque ahí lo tienen a diario increpando a quien ose llevarle la contraria. Y sus enemigos, porque al darle tanta cancha, lo agrandan. Ahora le está cogiendo gusto al jueguito de las demandas, pero no es capaz de repetir con Esperanza Aguirre “los etarras son todos unos asesinos”. Solo falta que, en este mundo al revés, y visto lo visto, los tribunales le den la razón.

Ahora bien, debemos ser honrados en los análisis. Quien ha creado el monstruo, lo ha amamantado y lo sigue engordando es, por un lado, un Partido Socialista corrupto, descompuesto y en decadencia; y por otro, un Partido Popular a quien los españoles dieron mayoría absoluta, para que salvase a España de la crisis, el paro, la corrupción, el laicismo, es decir, del hoyo en el que las dos legislaturas socialistas nos habían sumido. Pero ocurrió que, ¡de lo dicho, nada! Estos días nos regalan el oído con la mejoría de los indicadores económicos, e incluso Montoro se atreve a presumir de su buena gestión de saqueo y de cuánto se fían de nosotros los mercados. ¡Pocas gracias que la cosa vaya mejor!, con todo lo que se le ha recortado a los ciudadanos: en sueldos, en prestaciones sociales, en pensiones, a los dependientes, en educación –más de veinte mil docentes menos—, en sanidad –cerca de treinta mil sanitarios menos—. Y por si esto fuera poco, la corrupción política lo invade todo y la mentira y el eufemismo se han enseñoreado.

El Gobierno nos trajo a Podemos, como Batista llevó a Fidel y copeyanos y adecos llevaron a Chávez. Pablo Iglesias y los suyos quieren clonar en España sus regímenes totalitarios. Los seguidores de este partido de extrema izquierda, ignoran que, si alguna vez llegaran a gobernar, prohibirán las manifestaciones, las protestas y las reivindicaciones. El hambre, la falta de trabajo y de papel higiénico se padecerán en silencio. Y al que discrepe, ¡a la cárcel! Esto no quiere decir que nos resignemos a votar al PSOE o al PP. Puede que a Rajoy le interese la política del miedo, para que le votemos como alternativa al desorden o a un nuevo Frente Popular. ¡Creo que esto es pura superstición! Espero que los ciudadanos despierten y sepan ver otras alternativas interesantes, más allá del PP, del PSOE y de Podemos. Volviendo al simbolismo de los cuentos, hace falta el arquetipo del bien, que vence a los malos y pone fin al caos. A Pablo Podemos, además de sus demagogias, manipulaciones y coletas, le hemos visto el rabo peludo. ¡Y da miedo!

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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