A los progres les molesta la caridad porque les suena a religión.


Hace unos días oí, de pasada, en una emisora de radio que, por fin, habían retirado “ese horrible y vergonzoso programa de televisión”. Así lo catalogaban, pero omitieron el nombre y la cadena. Lógicamente pensé en “Sálvame” y en “Mujeres y hombres y viceversa”. Tenía que ser uno de los dos, y ya tardaban. Hay otros programas frívolos y de mala calidad en otras cadenas, pero no son tan deformantes como estos de Tele5. Esa noche entré en Internet para ver la noticia, pero ni rastro. Me había equivocado en mi deducción. Ambos programas seguían en la parrilla. Así, la impertinente y sobrada Paz Padilla continuaría deseducando a una audiencia cautiva que, enviciada ya con la transgresión, pide cada vez más madera. Y también continuaban los kilos de tetas y nalgas de las chicas siliconadas de cabeza hueca, que buscan aparearse con los musculosos chicos de paquete marcado, sin oficio ni beneficio, que controla Emma García desde la escalera del citado “MYHYV”. Ambos programas presentan lo más primitivo y rastrero de la sociedad. “Sálvame”, en concreto, es el exponente de la antievolución; es la contraeducación. Representa la etapa prehumana, un estadio de animalización absoluta, muy anterior al desarrollo de la conciencia, los límites y el desarrollo y la práctica de la virtud. Son una muestra de la sociedad de las cavernas y la barbarie, eso sí, con nuevas tecnologías, pestañas postizas y toneladas de maquillaje.

Al no tratarse de ninguno de estos dos programas, me di una nueva oportunidad de equivocarme, al considerar que quizá se refiriesen al bodrio que en la cadena de Vasile/Berlusconi presentaba Jordi González, sobre los niños robados. ¡Eso sí que era morbazo! Poco les podían importar los niños robados a quienes defienden que es lícito descuartizar a los bebés en gestación si la madre lo decide. El fin era otro muy distinto: desprestigiar a las hermanas de la Caridad –poniendo en la picota a sor María—, y a la Iglesia católica. Y si encima tenían un buen share, “obediencia con torrezno”, que dicen los hijos de Ignacio de Loyola.

Hoy, por fin, he resuelto mis dudas, y la sorpresa fue mayúscula. El espacio en cuestión, que al parecer tenía muchos enemigos –y yo sin saberlo—, no es un programa de entrepierna, con sexo en directo, injurias y calumnias a discreción, y comportamientos que traspasan la frontera de lo lícito. El condenado a la hoguera, víctima de los modernos inquisidores laicistas, tan injustos como los del Medievo, es “Entre todos”, un programa diario de TVE, en el que los telespectadores participaban prestando una ayuda a los protagonistas que contaban su situación límite. Confieso que solo he visto algunos fragmentos en diferentes días, pero suficiente para emitir un juicio, sobre el programa, sobre sus efectos colaterales y sobre sus competidores de franja horaria.

No voy a entrar en los contenidos generales de TVE, que como es sabido se financia con dinero público; o en los emolumentos que la presentadora percibe por programa, o si viene de no sé dónde, enchufada por no sé quién. En cuanto a los intereses del dueño de la productora, por desgracia, es un tema generalizado que ya hemos denunciado en varias ocasiones. Las productoras que trabajan para las televisiones públicas –llámese la 1, la 2, Telemadrid, Canal Nou, Castilla-La Mancha, Canal Sur, la TVG de Galicia o la TPA de Asturias— suelen tener intereses viciados con los gobernantes de turno, incluso llegan a echar raíces tan profundas que más que empresas se convierten en seudomafias que operan a sus anchas, con independencia de quién gobierne. Hace algunos años, era costumbre que ciertos profesionales fijos de los entes públicos, pidiesen una excedencia para montar su chiringuito y vender un producto sobrevalorado al ente al que pertenecían.

Volviendo al espacio retirado de TVE, por lo que vi me pareció un programa decente, que invitaba a la solidaridad y despertaba en el telespectador el deseo de ayudar. Eso en sí ya es positivo. Si una persona acudía a contar que se había quedado sin trabajo y no tenía para pagar la renta, que los ciudadanos llamasen para contribuir con veinte o cincuenta euros, y que además, alguien de su zona llamase para ofrecerle un trabajo, son ejemplos de solidaridad que emocionan, a mí la primera, y no soy ninguna sensiblera, y menos, una bobalicona. Recuerdo que pensé en la diferente catadura moral de las personas que en ese momento veían la corrala de “Sálvame” y las que se rascaban el bolsillo porque algún necesitado estaba pidiendo ayuda, o simplemente escuchaban los casos.

Mi sorpresa no fue porque el programa no volviese a la parrilla la próxima temporada, sino por las críticas de una enfurecida periodista, de nombre Mariola Cubells, al parecer, experta en contenidos televisivos, y crítica de los mismos. La señora, en un video colgado en Periodista Digital, de una conferencia suya, se despacha a gusto contra el programa de Toñi Moreno, llegando incluso a llamarla hipervitaminada, justificando que así la denominó Le Figaro en un texto que aludía a que España tenía un programa de televisión para pobres. Nunca había visto antes a esta chica, pero me pareció muy cercana y adecuada para un programa de perfil social, muy diferente de las estridencias de algunas presentadoras gritonas y sobreactuadas.

En su intervención, la periodista Cubells pide que se retire un programa indecente, y aclara ante su público que no se refiere a “Sálvame”, ni a “Gran Hermano”, ni a “Gandía Shore”. Se ve que a la experta en televisión le molan los contenidos de estos shows, frívolos no, lo siguiente, que han ido creando el efecto imitación, y así tenemos ahora en algunas costas, los problemas de desenfreno y excesos: alcohol, drogas, sexo en la vía pública o felaciones a cambio de copas. ¡Controlar estas actitudes también se costea con dinero público! Esta señora debe considerar que es más edificante ver, tarde tras tarde, a un grupo de amorales –incluyo a los directivos— reírse de la audiencia, con contenidos de sonrojo. Esta periodista experta en televisión debería ser valiente y levantar su voz contra Vasile por permitir que a través de La fábrica de la tele, la mala educación, la desvergüenza y el mal gusto se sobrexpongan en horario infantil. ¡Menudo ejemplo para nuestros niños y adolescentes! Pero la cosa va in crescendo. Los de Sálvame ya no se conforman con despellejar al vecino e injuriar y calumniar a diestro y siniestro. Ahora se han hecho acosadores profesionales con las mujeres más débiles del programa. He visto un acoso-maltrato contra Carmele Marchante que era de juzgado de guardia. El equipo jurídico de Tele5, ¿no sabe que eso se llama mobbing o acoso laboral, y que está tipificado como delito? ¿No sabe el gabinete jurídico que algunas colaboradoras están sufriendo malos tratos psicológicos, por parte de la pandilla de “maras” del programa. ¿Todo por la audiencia? ¿Todo por dinero? En caso afirmativo estaríamos hablando de prostitución televisiva pura y dura. Por cierto, ¿por qué el programa tiene de colaborador a Kico Matamoros cuando arrastra una condena por maltrato a su exmujer? ¿Por qué Tele5 encubre ese asunto?

Pero a la señora Cubells, esto debe traerle al pairo, y sí en cambio le preocupa que, dentro del encanallamiento social que padecemos, de la insensibilización y falta de empatía, haya personas, incluso pensionistas, que sean capaces de ayudar a los que están en peor situación. Creo que la periodista en su obcecación confunde los derechos con las necesidades, y demuestra, cuando menos, poca coherencia cuando dice que el deber de la televisión pública es denunciar los desahucios y los recortes sociales. En esto no puedo estar más de acuerdo, pero ambos temas son compatibles. Dice que no se puede sustituir justicia por caridad, y también estoy de acuerdo. Pero la realidad es otra. Aquí, en Estados Unidos y en cualquier país de los llamados civilizados, siempre habrá necesitados que requieren de la ayuda de los ciudadanos, llámese solidaridad, caridad, benevolencia o amor al prójimo. Las constituciones de los países democráticos son utópicas, porque son teóricas, y rara vez se cumplen sus principios en su totalidad. Si fuera así, el mundo sería caso perfecto: todos tendríamos derecho a la vida, a la educación, a la sanidad, a una vivienda y un trabajo dignos… Sería casi el paraíso. Aun así, la práctica de la caridad y la solidaridad hace mejor persona a quien la practica y a quien la recibe. Un programa como el denostado, saca a la palestra una realidad social que casi siempre está oculta. Sacarla a la luz es un acto de denuncia, aunque el fin último no sea ese. ¿Habría que cerrar los comedores de Cáritas y limitarnos a criticar al Gobierno? Tengo la sensación de que a los progres les molesta la caridad. ¿Por qué les disgusta tanto que se demuestre el amor al prójimo, aunque sea en televisión?

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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