Fiestas patronales socialistas


No pensaba escribir de política en todo el verano. Con los parlamentos cerrados y los políticos de vacaciones, pensaba darme y darles un respiro. Estoy pasando unos días en un pequeño pueblo asturiano del concejo de Valdés, llamado Gamones, lugar donde otrora crecían a discreción los gamones, una suerte de lirios silvestres de flores blancas. En este lugar solía pasar muchas temporadas cuando era niña, con mi tía Rita. Ella era una mujer muy especial; leía el ABC, hacía a diario el crucigrama de Cova y resolvía el jeroglífico de Garrido. Su mesa estaba atestada de periódicos, libros, revistas –Selecciones, El Mensajero, El Promotor, Reinado Social, Mundo cristiano—, y un grueso diccionario de la Real Academia forrado con papel marrón. Creo que heredé de ella, el gusto por las cosas apiladas en una especie de desordenado orden. Recuerdo sus quesos, una delicia que nunca patentó, cuya fórmula magistral, debe andar rodando por las cocinas del cielo. También tengo registrado el sabor de su dulce de manzana, que guardaba en vasos altísimos, ambrosia de los dioses, alquimia exquisita de pomarada astur. En esta misma casa estoy hoy, pero sin ella; con otras gentes y otras brisas.

Acabamos de celebrar la fiesta de Santa Clara, la patrona del pueblo, en cuyo honor hace unos años se levantó una capillita blanca en medio de un campo llano. La tradición manda llevarle huevos a la Santa, diosa madre en otro tiempo, para que propicie un buen día. El huevo es el símbolo del nacimiento del Cosmos, de la fertilidad, de la Vida. Todo partió de un principio mágico, un gran huevo in illo tempore. Pero se ve que el relativismo afecta incluso al paganismo, porque o no se le llevaron huevos, o la Santa no atendió la ofrenda. El caso es que la lluvia cayó con gusto al son de las campanas impidiéndonos acudir a la misa.

Supe al día siguiente que la capilla, de reducidas dimensiones, estaba casi vacía. Sentí pena de que mientras Jesucristo se hacía presente en el pequeño altar, fuera, en el chiringuito ad hoc, los parroquianos compartieran bebidas y risas. ¡Como si no hubiera tiempo para todo! Acabo de leer el twitter del papa Francisco: “Cuando no se adora a Dios se adoran otras cosas. Dinero y poder son ídolos que a menudo ocupan el puesto de Dios”. Esto se ve hoy en nuestros pueblos de asfalto y casas remozadas con todas las comodidades y coches a la puerta.

A propósito de las fiestas de Santa Clara, acaba de caer en mis manos un folleto con el “saluda” del alcalde, Pablo Arias Suárez, motivo y motor de este artículo. Tras leerlo atentamente, no me queda más remedio que darle, como poco, un gran tirón de orejas. Utilizar el saluda del folleto de fiestas para hacer un mitin político, me parece estar a años luz de lo que establecen las normas del protocolo. El alcalde aprovecha el medio para dirigirse, no a los parroquianos de Gamones, sino a los votantes de su partido, utilizando expresiones como “continuaremos trabajando, como mínimo como hasta ahora, a gusto de unos y a disgusto de otros, me alegro por unos y lo siento por otros”. Pero la cosa viene de atrás. El folleto de fiestas del año pasado también lo utiliza de panfleto político cuando dice aludiendo a Foro Asturias Ciudadano – el partido que ganó las elecciones y auténtico pain on the neck para los dos grandes partidos clásicos; PP y PSOE—: “Del Ayuntamiento de Valdés podría escribir media docena de folios, no porque el alcalde y sus socios de gobierno hayan hecho mucho, o mejor dicho hayan hecho algo, sino porque habría mucho y largo que contar del desgobierno que tenemos en este concejo; pero mejor lo dejo para otro momento más oportuno…”. En efecto, los temas políticos deben tratarse en plenos, comisiones o ruedas de prensa. Los palcos de las fiestas no deben tener color político. En el saluda de unas fiestas que deben ser unificadoras, no está bien hablar de partidas presupuestarias. Si hablar de dinero no es elegante, según se dice, aquí es, cuando menos, inadecuado. Señalar como uno de los hitos de este año, la elección del secretario general de “mi partido”, Pedro Sánchez, es desafortunado y una desconsideración con los votantes o simpatizantes de otras formaciones políticas. Es, además, utilizar dinero público para hacerse publicidad. ¡Y eso tiene un nombre!

Es cierto que la política municipal se rige por parámetros distintos, más personalistas, y se tienen más en cuenta los valores del candidato que la ideología del propio partido, en este caso Ferraz. Pero ya que el alcalde don Pablo, expone al nuevo secretario general de su partido, no está demás recordarle que Pedro Sánchez, por lo que vamos viendo –aspirante a ser un híbrido entre Pablo Podemos y el extinto Zapatero—, es, de momento, una marioneta de Susana Díaz. A ver cómo acaba la diosa socialista de Al Andalus, no vaya a ser que también tenga que sentarse frente a la jueza Alaya. ¡Rumores los hay!

En cuanto a los socialistas de Asturias, yo sí tendría, no para seis folios sino para seis mil. Treinta años de socialismo es mucho tiempo de corrupciones y corruptelas. Claro que esto no hubiera sido posible sin la colaboración necesaria en muchos casos de un Partido Popular, también corrupto, que dejó de adorar a Dios –repito la cita del papa Francisco—para adorar a otras cosas.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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