Hay un viejo aforismo español, según el cual quien es tonto a los veinte años, suele ser tonto a los cincuenta.
No es este el caso de los profesores universitarios, ahora muy de moda, que al igual que ponderan ciertas ‘culturas’ vecinas, ignorando su proclividad al velo y al látigo, alaban sin tapujos al chavismo.
Es gente que ha estudiado y hasta viajado y eso todavía
hace más chirriantes las alabanzas que dedican a la revolución bolivariana.
Cuando vas invitado y por todo lo alto, como llegaban algunos a La Habana hace tres décadas o a Moscú hace seis, te pueden dar gato por liebre, pero Caracas es trasparente y por mucho que metas la cabeza debajo del ala, es imposible no percibir el miedo, la desidia y el hambre
Lo que pavimentó el camino hacia el poder de Hugo Chavez fue la enorme desigualdad social que reinaba en Venezuela, pero 15 años de chavismo apenas han aminorado las diferencias y todos los parámetros caen en barrena, con excepción del de los asesinatos, la represión política y la censura periodística que suben como la espuma.
El gobierno ha expropiado siete millones de hectáreas de tierras agrícolas y cada día hay mayor escasez de alimentos en los supermercados.
Ha multiplicado por tres la plantilla de PDVSA y visto como el precio del barril de petróleo aumentaba cinco veces de precio, pero se ahoga en deudas.
Y frente a todo eso, lo único que se le ocurre a Nicolás Maduro es cambiar de ministros. ¡Virgen Santa!