Antonio Casado – Patinazos de Sánchez.


MADRID, 6 (OTR/PRESS)

La prima de Rajoy, el movimiento vasco de liberación de Aznar o la Nación discutida y discutible de Zapatero son algunos ejemplos de ligereza verbal en boca de gobernantes o líderes políticos. Se perdieron en la polvareda porque nadie en su sano juicio pensó seriamente que a Rajoy le inspirase una prima, que Aznar quisiera legitimar a unos asesinos o que Zapatero sufriera de relativismo incurable ante la unidad de España.
Lo cual no exime a unos y otros, gobernantes y líderes que quieren convertirse en gobernantes, de cuidar sus discursos sin dejarse llevar por las ocurrencias verbales de las que tienen que arrepentirse cinco minutos después. Es el caso del nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez. Le han caído las siete plagas por sugerir, o parecer que sugería, funerales de Estado para las victimas del machismo, y por pedir, o parecer que pedía, la supresión del Ministerio de Defensa. Sus adversarios políticos, así como los columnistas de moda y los vivarachos contertulios en televisión y radio y televisión se han despachado a gusto contra el recién elegido para pilotar la remontada del PSOE. No exageremos. Sobre todo cuando los mismos que hacen cuchufletas por cuenta de sus patinazos no dejan de poner en valor su sentido de Estado, a propósito del desafío catalán, la continuidad de la Monarquía y la renuncia al populismo, lo cual sería impropio de un partido que aspira a gobernar.
Creo que estos días se han sacado las cosas de quicio por unas desafortunadas declaraciones públicas de Sánchez. Son patinazos verbales achacables, a mi juicio, a su inexperiencia personal y a la prisa de sus asesores por mejorar el grado de conocimiento del nuevo líder del PSOE. Me centro en lo segundo porque, por si no lo saben ustedes, Sánchez también tiene a su Arriola. Me refiero a Luís Arroyo, un conocido especialista en cuestiones de imagen y marketing político. Se ha convertido en el asesor principal de la estrategia de Sánchez. Y, a juzgar por su forma de ver las cosas, éste debería estar encantado de que le hayan afeado la conducta por: uno, pedir funerales de Estado para victimas del machismo; dos, proponer la desaparición del Ministerio de Defensa, y tres, haber sido miembro de la asamblea de Bankia.
Según el catecismo del consultor, «si tienes un escándalo que suscitar contra un adversario, mejor que tu material sea realmente importante, porque si no quedarás cono un marrullero». Es lo que, según él, ha ocurrido. Que quienes se han cebado con Sánchez son los que han quedado mal mientras que a él le han hecho un favor al potenciar su visibilidad. No es verosímil que, si llega a gobernar, Sánchez quiera suprimir el Ministerio de Defensa o decrete funerales de Estado por las mujeres que caen victimas de la violencia machista.
Y en cuanto a lo de Bankia (perteneció a la asamblea por ser concejal, junto a otras 300 personas, sin cobrar un euro), su asesor, Arroyo, lo cita como prueba de que estas cosas se vuelven contra quienes las usan, como ya les ocurrió a sus competidores en las primarias socialistas, Madina y Pérez Tapias.

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