Cayetano González – Responsabilidades.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Transcurridos ocho días desde que estallase la crisis del ébola, cuando se conoció que la auxiliar de enfermería Teresa Romero había resultado afectada por el virus, nadie de momento ha asumido las claras responsabilidades políticas derivadas del caos que se ha vivido en este tiempo. Es cierto que desde que el pasado viernes la Vicepresidenta del Gobierno se pusiera al frente de una comisión interministerial, integrada también -como no podía ser de otra forma- por médicos expertos en enfermedades víricas, la cosa parece que se ha reconducido, al menos en términos de información a la opinión pública.
Pero que la ministra de Sanidad, Ana Mato, siga a día de hoy al frente de su Departamento, tras su pésima gestión de la crisis en los primeros momentos y después de haber sido desautorizada en la práctica por quien la nombró, el Presidente del Gobierno, es algo incomprensible. O que el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, no haya sido destituido tras decir las cosas que dijo sobre la responsabilidad de la enferma a la hora de contraer el virus, o sobre que él no necesitaba estar en política porque había llegado a ella «bien comido», es algo que clama al cielo. Es verdad que en este País no dimite nadie, lo cual no deja de ser una pésima muestra de la baja calidad de nuestra democracia. Por mucho menos, en cualquier otro País con una cultura democrática consolidada, la ministra y el consejero estarían ya en su casa.
El caos vivido en los primeros días de la crisis del ébola ha puesto en evidencia la poca hechura política del actual Gobierno, algo que ya había quedado de sobra demostrado con otra crisis de naturaleza absolutamente diferente, como ha sido la propiciada por el desafío soberanista del nacionalismo catalán. Sin iniciativa política; yendo absolutamente por detrás de los acontecimientos; sin una estrategia informativa clara y transparente, los españoles han estado atenazados durante varios días por el temor y el miedo que lógicamente produce un hecho de este tipo.
No se podrá quejar el Gobierno de Rajoy del comportamiento de la oposición y especialmente del PSOE, que acertadamente adoptó desde el primer momento la decisión de apoyar al ejecutivo en todo lo que hiciera falta para hacer frente a la crisis, relegando para más tarde la petición de asunción de responsabilidades políticas. Pero ese momento, más pronto que tarde, va a llegar y harán bien el PSOE y el resto de grupos de la oposición de exigir al más alto nivel, al Presidente del Gobierno, que reconozca con hechos, es decir con dimisiones, que las cosas se han hecho bastante mal.

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