Fermín Bocos – Contra las cuerdas


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Al presidente de la Generalitat se le acaba el tiempo. Aquel Artur Mas que no hace tanto presumía de astucia para salir airoso en su desafío al Estado está cada vez más aislado. Acorralado, incluso, por quienes hasta ahora eran sus compañeros de viaje en la deriva secesionista. Hace un par de meses se jactaba de la unidad de las fuerzas soberanistas. Daba por hecho que aprobar los presupuestos para el 2015 sería coser y cantar porque el principal partido de la oposición (ERC) estaba en sintonía y a cambio de comprometer a la Presidencia de la Generalitat en el proceso secesionista aprobaría las cuentas y lo que hiciera falta.
El «pequeño detalle» que amenaza con dar al traste sus planes para perpetuarse al en el Palau de Sant Jordi es que a la dirección de ERC le da lo mismo que el Tribunal Constitucional haya suspendido la consulta prevista para el 9N y no le convence el simulacro improvisado para aparentar que mantiene la cita con las urnas. Es más: les tiene muy cabreados. Le han dicho que ni se le ocurra entablar conversaciones con el Gobierno de Rajoy en busca de una salida al conflicto. En palabras de su líder, Oriol Junqueras, le emplazan a qué ponga fecha para unas elecciones anticipadas. Comicios que pretenden celebrar en clave de plebiscito a favor de la proclamación unilateral de independencia.
Si ERC le achica espacio, la Asamblea Nacional Catalana, el movimiento asambleario que maneja Carme Forcadell (exconcejala de ERC) le amenaza con retirar su apoyo si Mas no convoca elecciones antes de tres meses. La advertencia resonó el domingo en la concentración de la Plaza de Cataluña (alrededor de cien mil personas) como un ultimátum. Desde la calle, Forcadell, devenida en la «Pasionaria» de la causa independentista, le está marcando la hoja de ruta a un Artur Mas cada vez más aislado políticamente. Cada vez más solo porque también tiene problemas dentro de CiU. La coalición está al borde de la ruptura. Por una vez, abandonando la ambigüedad que le caracteriza, Duran i Lleida, líder de Unió, ha hecho saber que no cuenten con él par a ir a unas elecciones de la mano con los republicanos de ERC.
Todas las encuestas pronostican un gran batacazo a CIU. En privado, algunos dirigentes nacionalistas califican de «irreal, mesiánica y errática» la gestión del presidente de la Generalitat. Artur Mas está aislado. Políticamente ha perdido la iniciativa. Su figura se asemeja a la del boxeador sonado que espera con angustia que suene la campana para retirarse al rincón. Su tragedia es que la toalla está en manos de Esquerra Republicana y de la ANC. Y quieren que siga el combate.

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