A vueltas con España – La era del Muro.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

Este 9 de noviembre se cumple el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, tras el que también cayeron los regímenes de partido único de la órbita soviética. Solo tres años antes se había producido la adhesión de España a la Unión Europea, que marcó el devenir del país y su economía, para bien y para mal. Ahora casi parece mentira pero justo antes de la crisis de 2008, España se había situado entre los países más ricos del mundo. Fueron aquellos buenos años para millones de europeos, entre ellos la mayoría de los españoles. Tal vez por eso mismo no parece conveniente olvidarlo.
España tuvo su etapa imperial pero no por ello consiguió el bienestar que, a pesar de la crisis, hoy se conoce. Hubo etapas de mayor acumulación de riqueza pero nunca un reparto de la misma como el que ahora se disfruta, por mucho que la creciente desigualdad se muestre cada día más amenazante. Los mejores años de la historia de España se han vivido estando en Europa, es decir, compartiendo unas mínimas reglas con otros países del entorno natural de España. Por desgracia, ese proceso sufre ahora un parón político y económico importante.
La modernización de España se hizo en los años ochenta. El PSOE recuperó el poder en octubre de 1982, lo cual fue todo un acontecimiento dentro y fuera del país, ya que no sucedía nada similar desde antes de la Guerra Civil de 1936, en un mundo muy distinto. El largo período de gobierno socialista, siempre con Felipe González al frente, se saldó con tres grandes éxitos: la supremacía del poder civil frente a unos militares que venían de dar un golpe de Estado en 1981, el ingreso en Europa en 1986 y una política económica socialdemócrata basada en un moderno sistema fiscal, y dos sonoros fracasos: la corrupción y los denominados Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Fueron las luces y sombras del cambio que fue afianzando la democracia y las comunidades autónomas, sin resolver del todo el encaje de Cataluña en España, que todavía colea.
A veces, los grandes acontecimientos históricos, como el de la caída del Muro, sirven para coger perspectiva de las cosas, valorarlas y criticarlas, y darnos cuenta de todo lo que queda por hacer; máxime cuando, como ahora, no se avanza, sino que se retrocede. Como dice Ignacio Vidal-Folch, parece que más que llegar al final de la historia hayamos vuelto a la casilla de salida.

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