Fermín Bocos – Rajoy, desaparecido.


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Durante meses he defendido la estrategia seguida por Mariano Rajoy en relación con el desafío separatista plantado por Artur Mas. Me parecía inteligente no entrar al trapo de las provocaciones para no generar más tensión dando argumentos a los especialistas en victimismo, pero visto lo ocurrido el domingo (34% partidarios de la independencia, 66% ausentes), era razonable esperar que el presidente del Gobierno compareciera ante la opinión pública para dar réplica a quienes interpretan como victoria política lo que los números de la «consulta participativa», desmienten. Qué 2,3 millones de ciudadanos, de los 6,2 convocados, hayan dicho que quieren la independencia revela que dos de cada tres catalanes quieren que Cataluña siga formando parte de España o qué están hartos de las manipulaciones de los nacionalistas.
No habló Rajoy y quien lo hizo fue David Cameron, el «premier» británico. Cameron dice querer que España siga unida y recuerda que los referendos que tienen valor son los que se realizan con la debidas garantías y controles legales. No remedos sin censo y sin control como el celebrado el domingo. Aun así, el resultado de las votaciones -facilitado por los propios organizadores, partidarios, no se olvide, de la independencia- fue el que fue. La política no debe hacerse a golpe de declaraciones y réplicas concebidas para alimentar las escaletas de los telediarios, pero de ahí a optar por el silencio en momentos clave en la vida de un país, hay un trecho. Frente a una situación como la vivida el domingo en Cataluña, era obligado conocer qué piensa el Presidente del Gobierno de todos los españoles. No quisiera inferir que con la última encuesta del CIS encima de la mesa, -la que pronostica la pérdida de la primacía de la que ahora disfruta el PP, situación en la que se vería obligado a buscar apoyos parlamentarios para seguir en La Moncloa- el silencio de Rajoy obedece más a cálculo partidista (reconstruir puentes con CiU) que a prudencia de gobernante templado. En cualquier caso, la «desaparición» de Rajoy delata una falta de liderazgo.
Artur Mas tiene dicho que piensa dirigirse por carta al Presidente del Gobierno para dar su versión de lo acaecido el 9N y pactar un referéndum, esta vez con la autorización del Estado. Supongo que Rajoy está esperando a recibir la carta para salir a la palestra y contestar. Creo que llegará tarde. El error ya se ha producido. Al dejar en manos de Artur Mas el relato de lo ocurrido, el personal acabara dando por bueno que el 34 % es la mayoría y el 66% la minoría. Orwell nos previno porque sabía que estas cosas pasan. Basta que en el juego haya jugadores medrosos y que otros tengan por costumbre hacer trampas o saltarse la ley. FB

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