MADRID, 2 (OTR/PRESS)
No queda muy bonito ese empeño por desacreditar a Podemos, inventando o exagerando hasta el infinito aquellas notas que unos u otros piensan que pueden derribar al partido de Iglesias del pedestal en que lo han colocado las encuestas, los medios informativos y el enorme interés de los ciudadanos, a parte de sus propios merecimientos, claro. Lo lamento de forma especial por el PSOE, que carga contra Podemos como nunca yo hubiera imaginado, en lugar de buscar los caminos de una convergencia que al final se manifestará imprescindible y entonces todos los méritos se los llevará el muchacho de la coleta. Acusarles a estas alturas de extremistas, después de la broma del populismo, clama al cielo, avergüenza a todo ciudadano de izquierdas y presenta al partido de Pedro Sánchez como un grupo injusto y atormentado, además de aterrado por lo que temen que les espera. Para ser justos, tengo que decir que Podemos tampoco ha hecho ningún esfuerzo por buscar el acercamiento a los socialistas, cuando también ellos deberían saber que sin convergencia de la izquierda corren el serio riesgo de regalar a la derecha su pasaporte para seguir en el poder.
Si al principio los de Podemos no acertaron en presentarse como lo que son, ahora creo que lo están dejando bastante meridiano: es muy claro que su tarjeta de identidad es la de la socialdemocracia progresista o de izquierdas, pues resulta evidente que aspiran a ser lo que fueron los socialdemócratas anteriores a su bajada a los infiernos de la acomodación a las exigencias conservadoras del mal liberalismo. Procurando no exagerar, creo que el Pablo Iglesias de hoy es como el Felipe González de 1974 y 77, con lo cual me parece que se dice todo, incluida la afirmación de que no siempre es cierto que cualquier tiempo pasado fue peor. Incluso yo diría que, en no pocas cuestiones, el de ahora se queda un poco más corto que el de entonces. De esto último estoy algo menos seguro y así lo dejo para la posteridad* PSOE, Podemos e Izquierda Unida y otros grupos menores saben que «better together» es mucho más eficaz, si lo que se quiere de verdad es el cambio y no la autocomplacencia partidista.
