Pedro Calvo Hernando – Yo luego no quiero monsergas


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

La marcha atrás de Rajoy en el famoso tema de la salida de la crisis era algo que se había convertido en ineludible tras el bajón a las profundidades abismales en su coeficiente de credibilidad. Algún asesor avispado debió de convencerle para que hiciera la rectificación, en unos momentos además de incertidumbre y desconcierto en el seno del PP y del propio Gobierno, a la vista del castigo permanente e infinito que están recibiendo con las acusaciones de corrupción. Cuando al presidente se le calentó la boca con aquella proclamación del final de la crisis y de las primeras Navidades de la recuperación, yo sentí algo indefinible, pensando en los millones de españoles sin trabajo, sin recursos económicos, sin percepción de nada de nada, y en los niños dentro o en el umbral de la pobreza, también millones en España. Ahora, cuando el presidente ha rectificado, he sentido un cierto alivio, pensando que no había perdido del todo la sensibilidad o la razón, lo que considero importante dado como están las cosas. Aunque piense uno también que la marcha atrás se ha debido al clamor nacional contra su inmensa metedura más que a una interna reconversión de convicciones. Las esperanzas de Rajoy y su gente creo yo que solamente se sustentan ahora sobre la base de la estúpida actitud de todos los partidos situados a su izquierda, empecinados en ponérselo más fácil con esa insensata división de fuerzas progresistas, que puede terminar en una perpetuación de la derecha en el poder, siguiendo el modelo extremeño. Ni el PSOE, ni IU, ni Podemos, cada uno por su cuenta, van a ser capaces de desplazar a la derecha. Y mucho menos con ese juego de los socialistas, que parece que disfrutan con esas increíbles exhibiciones de desavenencias internas entre susanistas, pedristas y otros inventos para intoxicarse por dentro y echar a perder el carisma de la andaluza y el madrileño y las esperanzas de recuperación que una y otro aportaron al ser elegidos. Y lo de la falta de entendimiento entre los de Pablo Iglesias y Alberto Garzón puede ser que al final lo paguen muy caro. Unos y otros verán. Pero lo que los demás tal vez veremos es un país de nuevo en manos de la derecha. A mí que luego no me vengan con monsergas.

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