Carmen Tomás – Los griegos, entre la espada y la pared


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

El populismo ha ganado las elecciones en Grecia. A pesar de que su ya presidente del gobierno, Alexis Tsipras, haya bajado algo el tono de sus propuestas, que nadie se engañe, en su ADN y es lo que prometió y recalcó en su mitin del domingo ya ganador, está renegociar la deuda y rechazar los ajustes de la troika. Y las dos cosas a la vez son incompatibles. Ya se lo han dicho desde el Eurogrupo, el FMI, Alemania, si quiere más dinero y más plazo para pagar, se puede hablar, pero lo firmado sobre reformas es sagrado. Así que los griegos que se creyeron eso de que el «austericidio» ha terminado, no lo van a ver. De hecho, haga lo que haga Tsipras, no va a cumplir sus promesas. No va a impagar la deuda, porque si lo hace Grecia lo pasará mal y nada de lo prometido podrá hacerse y si cumple con los compromisos firmados por Grecia tras los dos anteriores rescates y el que venga, las reformas habrán de hacerse y tampoco se cumplirán, al menos de momento, las promesas de Syriza. Una encrucijada para el flamante presidente que pase lo que pase no podrá llevar adelante su programa. No, desde luego, en el corto y medio plazo.
En todo caso, los del «austericidio» llegan tarde. España, por ejemplo, después de varios años de ajustar las cuentas y sin rescate, ahora puede una vez que la economía crece y crea empleo, dedicar algo más de dinero a bajar los impuestos, subir las pensiones, mejorar las carreteras, etc. El plan de ajuste severo ya ha pasado en España y en otros países europeos, algunos rescatados como Irlanda. Nuestro país se financia a tipos históricos, exporta, tiene empresas grandes que no dependen únicamente del consumo interno. En fin, tiene una economía más saneada tras los sacrificios y que puede hacer frente a un año lleno de expectativas. Por el contrario, Grecia debe más de 300.000 millones y necesitará en unos días, ingentes cantidades de dinero para hacer frente a pagos inmediatos. No se puede financiar en el exterior porque los tipos que tiene que pagar son de dos dígitos; apenas crece; no genera ingresos, no tiene multinacionales, apenas exporta y viven del sector público casi todo en el país. Parece lógico que se le exijan las reformas que ha sido incapaz de hacer y modernice el país. No que siga aumentando los subsidios, la deuda, los impuestos y las rigideces en los mercados. Por este camino el fracaso está de nuevo garantizado y la frustración de sus votantes a la vuelta de la esquina.

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