Victoria Lafora – De guerras fratricidas y otras batallitas.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Avanza el año electoral y algunos partidos parecen querer suicidarse, enfrentados en guerras fratricidas por el liderazgo. El que peor camino lleva, sin lugar a dudas, es Izquierda Unida. Ante la amenaza de ser fagocitado por Podemos, que ha logrado sembrar la semilla de la cizaña entre sus dirigentes, se pelean entre ellos contribuyendo a la catástrofe electoral de una formación que ha tenido un peso fundamental en la historia reciente. El joven Garzón apoya a la joven Tania Sánchez contra los dirigentes históricos de IU/Madrid.
Pese a que Podemos no es de izquierdas ni de derechas, ambos candidatos ven que su acceso al poder resultaría más fácil desde una marca conjunta con la formación de Pablo Iglesias; y en ello están. Tania y los suyos acuden a los mítines de Podemos y se mezclan entre el público, pero siempre al alcance de las cámaras de televisión.
El PSOE vive este fin de semana su convención electoral y, pese a no remontar en las encuestas, lo más reseñable que pueden ofrecer a la opinión pública es que Susana Díaz se ha pillado un gripe y no podrá, en su alocución a los dirigentes provinciales, despejar la incógnita sobre sus aspiraciones a ser la candidata en las elecciones generales.
A punto de convocar las elecciones andaluzas, que de ganarlas la consolidaran como el mejor líder para el PSOE, cometió la torpeza política de jugar a la ambigüedad sobre su futuro. Pese a que ahora el nombre de «Andalucía» no se le cae de la boca, algunos, a la hora de votar en marzo, se cuestionaran si se va a quedar y por cuánto tiempo. Y no tiene fácil lograr una mayoría absoluta.
Mariano Rajoy, que lleva unas semanas llamando de puerta en puerta, dando las gracias a los españoles por su esfuerzo, en una penosa campaña electoral, confía todo a la recuperación económica. Pero su cachaza a la hora de designar candidatos está superando la probada paciencia de los dirigentes del PP (algunos en fase de franco ridículo en sus ansias por saber si son los elegidos) y eso deja heridas y afrentas que se cobrarán, como Rajoy no consiga el éxito que le preconiza Arriola en las generales. Mientras tanto, «prietas las filas», que el poder otorga unas prebendas a las que nadie renuncia voluntariamente.
En Podemos no hay batallas. Se es de Pablo Iglesias o de Pablo Iglesias. Bajo su paraguas se intentan tapar las «pequeñas trampas» a la ética y a la estética, cometidas por sus hombres de confianza. ¿Quién le iba a decir a Monedero que entraría y saldría por la puerta de atrás a un mitin de su formación, con lo que le gustaban los periodistas y, sobre todo, las apariciones en las teles?

Y, mientras los demás se pelean o se esconden, Albert Rivera y Ciudadanos no dan, de momento, un paso en falso. Han tenido la inmensa suerte de que la ambición de Rosa Diez diera al traste con la fusión de ambas siglas dado que UPyD ha entrado en un declive imparable. Pueden ser, junto a Podemos, la gran sorpresa electoral.

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