Podemos tiene mucha experiencia en “las cosas” del dinero.


En el atanor de los sentimientos se mezclaron ayer la pena, la impotencia y el miedo al ver a tanto manifestante muerto de frío por las calles de Madrid, como ratas arrastradas por la flauta de Hamelin/ Podemos. El rap machacón de los antisistema ha calado hondo en una masa sedienta de promesas de cambio. Sentimos pena por nuestros congéneres, que son presa fácil para los cazadores de recompensas. También sentimos miedo, porque las turbas son peligrosas cuando se las aguijonea. Las cualidades de los seres humanos como entes racionales, quedan anuladas cuando la individualidad deja de regir y se convierten en manada, sobre todo cuando luchan por la supervivencia, casi siempre manejados por mayorales que tienen esas necesidades bien cubiertas, y buscan satisfacer otras, mucho más sofisticadas y abstractas. El poder es algo casi mágico, porque convierte a simples personajes mediocres en semidioses, aunque con más vicios de númenes paganos que tributos divinos.

Si hace meses escribí que a Pablo Podemos ya le habíamos visto el rabo peludo, ahora puedo asegurar que ya muestra a la luz del día los cuernos y el tridente, mientras sus decoradores acondicionan el infierno al que el pueblo español será condenado, haya pecado o no. Da miedo pensar que gente así pueda llegar a ocupar la silla de La Moncloa, y los que tenemos sentido común y visiones panorámicas nos lamentamos de ello. Pero, como digo siempre, si somos justos en el análisis, no nos queda más remedio que culpar a Mariano Rajoy Brey y a todo lo que él representa, del gran descontento, la decepción, la desesperanza y la falta de ideales. De nada sirve que tras tanta sesión de plasma, ahora se sobreexpongan –el Presidente incluido—en los medios para convencernos de la excelente situación actual y lo bien que lo han hecho. Es cierto que algunos estamos bien, e incluso mejor, pero también lo es que, como aún nos queda empatía, no lo disfrutamos porque las cunetas huelen a muerto. Reflexionemos: muchos de los que han perdido la empresa, el trabajo o la casa, difícilmente podrán volver a incorporarse al tren de la vida. Estas personas, materialmente destrozadas, moral y espiritualmente entran en una espiral, no hacia arriba como tiende la evolución, sino hacia las cloacas de lo peor de la humanidad.

Pablo Iglesias ha sabido instalarse como una sanguijuela en los desheredados de los recortes, para chuparles no solo la sangre, sino el derecho a la libertad. Si ellos llegan, ¡se acabó la libertad de expresión! Además ya han dicho que los medios de comunicación deben ser públicos, o sea, de ellos, como ¡La tuerca y olé! No crean los que ayer se manifestaron en Madrid, que van a poder seguir reivindicando como ahora, cada dos por tres, aun saltándose la melena rubia de la delegada Cifuentes. Ocurrirá lo mismo que en otros regímenes comunistas. Cuba está empezando a despertar de la maldición que cayó sobre ella cuando Fidel bajó de su escondite de Sierra Maestra para erigirse en Primer Ministro vitalicio de Cuba. El Mariano Rajoy de aquellos tiempos en la isla era Fulgencio Batista, más preocupado por mantenerse en el poder que por resolver las necesidades de los ciudadanos. Los cubanos llevan desde 1959 sufriendo al tirano, por querer librarse del dictador que los oprimía. Hubo muy buena gente que, ante la situación de injusticia social que se vivía en la isla, apoyó “el cambio” propuesto por Fidel. El cambio se produjo –para mal—y muchos de sus apoyos, en recompensa, murieron fusilados o a causa de la enfermedad en la cárcel de Isla de Pinos. Estamos en otro tiempo y en otro lugar, pero ¿tiene Pablo Iglesias en mente alguna cárcel para este fin?

Dicho todo esto, y a pesar de las promesas propagandísticas de bajada de impuestos y beneficios varios, por simple ejercicio de higiene social, hay que desterrar de la política a Rajoy y a su círculo de palmeros. Eso es algo que él no espera, a pesar de las encuestas. Dicen incluso que él está encantado con el ascenso de Podemos, porque piensa capitalizar miedos como el mío. ¡Me da pánico pensar que mi miedo ya tiene dueño! Su lógica le dice que el ciudadano que tiene algo que perder deducirá que “mejor estos que ya lo han robado todo, que los de la coleta, que prometen mucho –prometer es gratis—, pero que una vez instalados en la poltrona robarán como todos, porque así es el sistema”. A propósito de robar, las noticias sobre el entorno de Pablo Iglesias sobre los dineros adjudicados por la novia Tania a su padre y hermano, los presuntos fraudes fiscales del profesor Monedero, los trabajos fallidos de Errejón, y otros asuntillos, no les favorecen nada. Sin embargo, sus seguidores, o bien no se enteran o hacen la vista gorda porque son de los suyos, es decir, de la izquierda más progre. Se trata de una especie de nuevo cordón sanitario contra el PP; solo que en esta ocasión, se lo ha ganado a pulso.

En estos momentos, la política es una coctelera, pero desconocemos la identidad del barman que la agita. Seguro que todo está escrito ya, no por el destino, sino por los que diseñan modas y tendencias, y no precisamente de Victoria Secret. Más que nunca hay que estar alerta para prevenir cualquier manipulación. Cuidado con las sanguijuelas y los vampiros que luchan por parasitarnos. Nuestro miedo es solo nuestro, y no estamos dispuestos a entregarlo así, sin más. Por cierto, como hacía el teniente Colombo, ¿por qué no hubo vándalos en la manifestación de Podemos? Alguna respuesta sí tengo.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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