Escaño Cero – Genocidio.


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

Los jueces desmienten la memoria histórica. El Tribunal Internacional de Justicia de la ONU ha fallado -nunca mejor dicho- que ni Serbia ni Croacia cometieron genocidio en el tiempo que duró la última guerra de los Balcanes. El caso había llegado al tribunal a través de las denuncias cruzadas de ambos países. En término jurídicos, la decisión del tribunal, zanja la cuestión. Cosa distinta es la memoria. Porque sabemos lo que pasó. También el TIJ lo sabe, visto que hace unos años (2007) calificó de genocidio el asesinato de 8.373 ciudadanos bosnios, en su mayor parte varones de religión musulmana, pero también mujeres y niños. Fue la tristemente célebre masacre de Srebrenica llevada a cabo en 2005 por tropas serbias bajo el mando del general Ratko Mladic y al amparo político de Radovan Karadzic, otro personaje siniestro. Estos dos criminales de guerra fueron apresados y juzgados en La Haya. El tribunal exculpó a Serbia aunque sentenciando que al no prevenir la masacre había vulnerado la legislación internacional. La toga en socorro de la política.
Juristas sibilinos parejos a los que ahora han resuelto que ni Croacia cometió genocidio por mano del general Gotovina, responsable de la llamada «Operación Tormenta» que provocó la muerte de 7.000 personas, ciudadanos serbios, ni tampoco se pueden calificar como tal las acciones ordenadas por Slobodan Milosevic que según la denuncia croata habrían acabado con la vida de 10.000 croatas.
Los muertos a los libros de Historia y los vivos a lo suyo. Los nuevos responsables políticos de Croacia y Serbia, felizmente anclados ya del lado de la democracia, probablemente se han sentido aliviados con el fallo del TJI. Aliviados porque la carga de la memoria, cuando es -como es el caso- tan ominosa, lastra la convivencia reavivando el resentimiento y el odio, que son los materiales que más se despachan tras una guerra civil. Puedo entender lo de los políticos: son gentes que viven al día, pero me cuesta pensar que los familiares de las víctimas, los hijos, los hermanos de las miles de personas asesinadas fríamente y con premeditación, puedan olvidar aquellos terribles días. Días en los que la televisión mostraba al mundo el horror de un nuevo genocidio. Un crimen que creíamos que en Europa nunca más volveríamos a ver después de lo ocurrido durante la II Guerra Mundial. Pero volvió a pasar. Dígalo o no el Tribunal de la Haya.

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