Cayetano González – Mediocridad


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

El debate político está enfangado. Hemos pasado de una larga temporada donde los casos de corrupción de algunos políticos y/o responsables públicos lo ocupaba todo, a otro momento en el que nos estamos perdiendo -y empleo el plural mayestático porque pienso que los medios de comunicación y los comentaristas tenemos una parte importante de culpa en ello- en cuestiones si no menores, al menos que objetivamente tienen muy poco interés para los ciudadanos. Pondré dos ejemplos al respecto de estos últimos días.
Han corrido ríos de tinta, ha ocupado un gran espacio en las tertulias políticas de radio y televisión las andanzas de una dirigente de Izquierda Unida en Madrid, Tania Sánchez, cuyo lanzamiento al estrellato mediático ha estado condicionada por su vinculación sentimental con el líder de Podemos, Pablo Iglesias. ¿Pero de verdad es tan relevante que esta señorita haya optado por irse de Izquierda Unida de Madrid por una serie de desavenencias con la dirección de esa coalición? ¿Está el País como para prestar tanta atención a una persona que seguiría siendo una perfecta desconocida si no fuera por ese factor añadido de ser la pareja del líder de Podemos?

El segundo ejemplo tiene algunos matices interesantes. Se trata de uno de los líderes de Podemos, Juan Carlos Monedero, al que como vulgarmente se dice se «le ha pillado con el carrito del helado». El interfecto ha tenido que hacer una declaración complementaria a Hacienda sobre unos ingresos percibidos por unos informes a Venezuela, sobre los que no había tributado. Pero una cosa es que eso se denuncie y se critique -sobre todo si el protagonista de esos hechos es alguien que pretende ir de puro por la vida y de azote de la «casta»- y otra, que no haya otro tema más importante del que hablar. ¿De verdad que lo de Monedero preocupa tanto a los ciudadanos, más allá de exigirle las responsabilidades políticas y en su caso legales a las que hubiera lugar?

Creo sinceramente que estamos en unos momentos de una pobreza ética e intelectual en el debate público de nuestro País altamente preocupantes. Seguramente los motivos para haber llegado a este punto sean varios, pero uno no menor es, en mi opinión, la mediocridad reinante entre los políticos. Sabido es que la política está muy desprestigiada y que desde hace un largo tiempo a ella ya no van los mejores, sino en muchos casos, los «aparateros» de los partidos, los que no han hecho otra cosa en la vida. Vamos mal, muy mal por este camino, y lo peor es que la desconexión entre la clase política y los ciudadanos irá en aumento. Y lo dicho: los medios de comunicación, los periodistas, los creadores de opinión, también deberíamos asumir nuestra cuota de responsabilidad en esta situación.

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