Siete días trepidantes – Ahora se habla, pongamos, de SSdeS.


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

¿Quién ganó el debate sobre el estado de la nación? ¿Rajoy? ¿Sánchez, como dice -por los pelos- el CIS? ¿Lo ganó, paradójicamente, alguno de los ausentes del hemiciclo, Pablo Iglesias, Albert Rivera, que son los mimados por las encuestas de este cuarto de hora? ¿Alberto Garzón, la estrella ascendente de una Izquierda Unida descendente y en transformación? Las preguntas pueden tener mayor o menor interés mediático, pero no sé si las respuestas serían concluyentes o verdaderamente significativas. Lo único concluyente es que andan, andamos, todos en busca del líder, de los rostros significativos que puedan atraer al electorado, harto de los mismos discursos, de propuestas sin demasiada altura. Y ahora se habla, pongamos, de Soraya Sáenz de Santamaría.
Bueno, en realidad de la vicepresidenta del Gobierno como apuesta -algún tipo de apuesta- de futuro se lleva hablando desde hace bastante tiempo. Por ejemplo, que si era la reserva ante un Mariano Rajoy al que las encuestas -ah, las encuestas…- presentan enormemente desgastado: ¿tiraría algún día la toalla el presidente gallego, la esfinge impenetrable? Claro que no, dicen los marianólogos, los viajeros asiduos a La Moncloa: Rajoy no tiene la menor intención de dejar de presentarse al gran duelo de finales de año, y todo indica que allí estará, en busca de la reelección, cuando se celebren las elecciones legislativas, algunos dicen que el 20 de diciembre, aunque no existan datos concluyentes para fijar esa o cualquier otra fecha; Rajoy no cuenta sus planes ni al cuello de su camisa, y todos saben de su legendaria impenetrabilidad.
Entonces, ¿de qué se habla ahora en relación con SSdeS? Los nervios el seno del Partido Popular la sitúan ahora -también sin datos concluyentes, porque la Esfinge sigue callada- como destacada en la banda de salida hacia las elecciones municipales, como candidata posible a la alcaldía. Una candidatura por la que lucha, si es que esa es la palabra, desde su veteranía y desde la polémica que siempre la acompaña, Esperanza Aguirre. Claro que hay más nombres en el agitado bullicio de la pequeña -mínima- política madrileña: Cristina Cifuentes o Lucía Figar, por ejemplo, como posibles sustitutas para la presidencia de la Comunidad de un Ignacio González que está como mínimo desgastado. El caso es que el aterrizaje en el campo socialista del ex ministro Angel Gabilondo preocupa, y me consta, en el campo «popular»: ahora hay partido.
Ignoro, desde luego, los planes secretos del presidente, tan secretos que no hay incógnita de la que más se hable hoy en los bulliciosos cenáculos y mentideros madrileños que la que se centra en quién será el elegido/a de MR para competir en algunas de las principales ciudades. Sí sé que en Moncloa, en Génova -donde la vicepresidenta tiene la enemiga de la secretaria general-, se habla mucho, como digo, de SSdeS: de las críticas que suscita a una parte del Gobierno, a esa parte conocida como «el grupo de los cinco» ministros especialmente afectos a Rajoy; de su tirón mediático; de su calidad como parlamentaria… Claro que doña Soraya, que es una figura llena de atractivos, no es madrileña de nacimiento -bueno, casi nadie lo es todavía en el Madrid que es crisol de culturas- y dejaría un hueco como «número dos» del Gobierno, nada menos. Bien, otros vicepresidentes, desde Fernando Abril hasta Fernández de la Vega, pasando por Alfonso Guerra, también abandonaron el Ejecutivo, y tres años de «segundo» es una auténtica parrilla de San Lorenzo.
Claro que el aterrizaje de SSdeS en el panorama electoral inmediato provocaría un cierto terremoto. Me lo reconocía esta semana un importante alcalde del PP, gallego para más señas, que cavilaba en la posibilidad de que, si la vicepresidenta quedaba destinada a otros menesteres, se produjese un corrimiento, y un personaje tan prestigioso como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, fuese llamado a Madrid. Quién sabe. La inquietud está ahí.
Puede que todo esto no sea sino el fruto de las hipótesis y cavilaciones de esa clase ociosa que tanto pulula por Madrid en estos días de agitación, ante este año lleno de convocatorias electorales. El caso es que los ciudadanos parecen ansiosos de rostros de relevo, de nuevas caras, ya que nuevas ideas no parece haber, en el panorama político. Que SSdeS baje a la arena de la campaña municipal no deja, lo confieso, de ser una hipótesis sin mayor fundamento que recojo porque es muy barajada en los bulliciosos círculos «populares», donde nadie, que no sea Rajoy, parece saber gran cosa. Pero de lo que no cabe duda es de que, pasado, mejor o peor, el «escollo» del debate sobre el estado de la nación -¿de veras lo perdió frente a Sánchez, lo perdieron ambos ante la nación, lo ganaron?-, al dedo del presidente le toca decir, y le queda ya muy poco tiempo, cómo va a mover el tablero del futuro, es decir, de sus candidatos. Por mucho que el dedo presidencial se quiera envolver en una cosa que se llama comité electoral, o algo parecido. Hagan juego.

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