Al margen – Las encuestas no mienten.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

No es exactamente que las encuestas, los sondeos, no mientan, sino que mienten menos que los votos. Contra el tópico de que son las urnas las que hablan, y las que, encima, dicen la verdad, se yergue la evidencia de que es la expresión en caliente del voto, notificada desinhibidamente a los encuestadores, la que representa la auténtica voluntad del elector, que cuando lo sea efectivamente será rehén del llamado voto útil, y votará, más que a lo que quiera, contra lo que no quiere. Disfrutemos, pues, de ésta semi-verídica expresión de la voluntad popular recogida en los sondeos, que, por cierto, revelan últimamente el marasmo de la ciudadanía: todos los partidos empatan.
Las encuestas, definitivamente, engañan menos que las urnas, incluso aquellas, casi todas, que se encargan y se cocinan con la única finalidad de engañar, es decir, de inducir al voto mediante la manipulación psicológica y a través de los supuestos resultados. Según quién encargue, realice y publique la encuesta, será fácil deducir, sabiendo leerla, por dónde le sopla el aire. Así, por ejemplo, y por aludir sólo a las que se manufacturan en relación a las primeras elecciones del año, las de Andalucía, tenemos que, dependiendo de la fuente, lo mismo el PSOE está al borde de la mayoría absoluta y el PP finiquitado en directo y en diferido, que éste le está pisando ya los talones al partido de Susana Díaz, indisimulado augurio de que podría acabar pisándole también los callos y los juanetes.
Las encuestas no engañan, o, si uno se deja engañar por ellas, infinitamente menos que los resultados oficiales de las elecciones. Los españoles quieren castigar a los repelentes partidos del turnismo monárquico, pero empiezan a sospechar que no podrán conseguirlo votando a sus sucesores o complementos, Podemos y Ciudadanos, cuyas cúpulas se parecen tanto a las de los partidos que con tanta razón execran. ¿Qué puede, entonces, hacerse? De momento, pues no compromete a nada, responder a bote pronto (a voto pronto) a las encuestas, que sí, que son un simulacro, pero no tan simulacro como ésta democracia.

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