Andrés Aberasturi – Un cierto desmadre.


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Humildemente pienso que todo ha salido mal. Una vez concluido los mil análisis tras las elecciones andaluzas, sólo se salva Ciudadanos que, tacita a tacita, va vistiendo de votos aquel sorprendente desnudo de su líder Rivera. El resto fue debacle. Ni la apasionada doña Susana envuelta en la bandera prenatal de Andalucía logró la estabilidad que pretendía ni el candidato Moreno Bonilla pasó con aprobado raso: suspendió, qué se le va a hacer, esas cosas pasan cuando se nombra a dedo a una buena persona a la que nadie conoce y que, temo, unirá ya para siempre su nombre a su deseo: «elcandidatoMorenoBonilla», así todo seguido. UPyD se descompone por momentos y habiendo sido la primera opción que se atrevió a ser tercera opción y a enfrentarse a los dos grandes, se deshace ahora -y lo siento- en un suicidio que pudo no haber sido. Pero no sólo hay que cargar las plumas contra Rosa Diez; hay más responsables y seguramente más intransigentes. De Izquierda Unida casi mejor ni hablar, víctima de sí misma, está llamada a desaparecer y nadie ya va a recordar ni tan siquiera aquel eurocomunismo. Y la doble sorpresa: el triunfo/fracaso de Podemos que pese al encantamiento de su discurso no alcanza el cielo que tenía prometido por los demoscópicos ni por ellos mismos. Y ahí está doña Susana dispuesta a gobernar en minoría mientras aumentan los escándalos y cada invitado pone sus condiciones: que se vayan Chaves y Griñán, pero ya mismo (Podemos) que es lo que ha pedido también Ciudadanos aunque reconocen que el programa de Díaz no es su programa. ¿Y el PP? Pues quiere salvar los muebles de las grandes capitales y exige que se respete en las municipales las listas más votadas mientras IU, socio del PSA hasta que le dio el arrebato a doña Susana, dice ahora que la lideresa «no tiene credibilidad». A buenas horas se dan cuenta unos y otros. Es más o menos lo que se esperaba y ahora los pensadores y analistas debaten sesudamente si son o no extrapolables estos datos a las generales. Pues vaya usted saber. Lo que está claro es que todos tienen que cambiar de discurso, que el PP no puede «vender» que han caído cuatro gotas en el secarral de nuestra economía porque la gente ni sabe ni quiere saber de macros. Y tampoco debería cebarse con Ciudadanos que sería el único apoyo natural si limpian de una vez el patio de Génova. Pero es que Ciudadanos, con tal de distanciarse del PP y por las prisas, tal vez sienta la tentación de apoyar a un PSOE que termina engulléndolo todo. La verdad es que esto es una desmadre de padre y muy señor mío y al final la IU de Garzón se disolverá en Podemos y muy posiblemente Podemos, sin mojarse demasiado y viendo lo que pasa en Grecia, moderando mucho su discurso -mucho más aun de lo que ya han hecho-, termine apoyando aunque sea puntualmente al PSOE. Si todo esto nos cogiera en tiempo de vacas gordas, el desbarajuste sería soportable, pero en plena crisis, intentar dar la vuelta a la tortilla es un peligro que a mí, personalmente, me gustaría no correr.

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