Isaías Lafuente – Un respeto a las palabras


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Si llo iniziase un artíkulo de hesta manera, seguramente nunka me bolberían a publikar. Espero que en esta ocasión me disculpen la licencia. Es una forma de ilustrar lo que le ha sucedido a una concejala de Valencia, Mayrén Beneyto, que, en su despedida del cargo en las redes sociales, ha publicado un texto de 19 líneas en el que comete una treintena de faltas de ortografía y errores de puntuación. El despropósito no necesita agravantes, pero los tiene: esta mujer era teniente de alcalde y concejala de Cultura. Por decirlo con sus palabras, ostentaba la «Teniencia de Alcaldía» y dirigía el «Aria de Cultura».
Es cierto que en este país no se necesitan pruebas de idoneidad ni de cultura general para ocupar un cargo público. Para ser presidente de Gobierno, por ejemplo, basta con ser español y mayor de edad. Pero el sentido común y el decoro señalarían lo inapropiado de dar responsabilidades de Hacienda a un defraudador, de Economía a quien no sabe sumar, de Tráfico a quien le hayan retirado el carnet de conducir, de Justicia a un exconvicto o de Cultura, el caso que nos ocupa, a quien es incapaz de armar veinte líneas sin preñarlas de errores.
Ella llevaba 24 años en el Ayuntamiento y otros tantos al frente del Palau de la Música de Valencia, a pesar de lo cual, por lo que escribe, no sabe que la palabra melómano lleva tilde. Pero, para ser justos, no es el único cargo público que destroza la lengua cada vez que abre la boca. El nivel es, por ser suaves, manifiestamente mejorable. Y no hablamos sólo de gazapos, que los hubo, los hay y los habrá. Sino de aquellos errores que reflejan, sencillamente, una infinita carencia de cultura general. En una democracia parlamentaria, cimentada en el supremo valor de la palabra, y en momento histórico en el que el bilingüismo no es conveniente ni necesario sino imprescindible, parece mentira que algunos responsables públicos no cuiden convenientemente la lengua propia. Aunque hay algo peor que magullar las palabras: destrozar «la» palabra. Y en esa materia también tenemos penosa experiencia.

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