Isaías Lafuente – Los jueces saltan al campo.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

El pulso lanzado por los futbolistas españoles al convocar huelga para la jornada de Liga que se celebra este fin de semana ha llegado a los tribunales. La Liga de Fútbol Profesional, la patronal de esta industria, considera que la convocatoria es ilegal y ha pedido que la Audiencia Nacional suspenda cautelarmente la huelga. La Asociación de Futbolistas Españoles sostiene que una suspensión cautelar vulneraría su derecho constitucional a la huelga. El presidente de la Sala que tiene que tomar la decisión, Ricardo Bodas, se ha dado un día para resolver asunto tan espinoso.
Todo en este conflicto es extraño. En general, es inusual que una huelga llegue a los tribunales antes de celebrarse. Y además, este conflicto concreto tiene algunas particularidades propias. Los futbolistas se movilizan por un decreto del Gobierno sobre el reparto de los derechos del fútbol, así que parecería que la huelga es más política que laboral. Eso formalmente porque, aunque se hayan cuidado de verbalizarlo, los futbolistas también pretenden soterradamente defender los privilegios de su fiscalidad por los derechos de imagen, una fuente de ingresos que en algunos casos supera a los que reciben por su ficha. También son especiales las consecuencias de una huelga así en una jornada crucial en la que se dilucidan campeonatos, ascensos y descensos en todas las categorías. Porque los días de paro, en las huelgas normales, no se recuperan. Y la suspensión de una jornada clave rompería las reglas del juego en pleno partido, por usar la jerga deportiva.
Pero el jardín no acaba ahí. Porque la tercera pata en el conflicto, la Federación Española de Fútbol, se ha adelantado a los acontecimientos y ha decidido suspender la próxima jornada de Liga ante la posible huelga. Una especie de cierre patronal que sólo puede producirse por causas muy tasadas y que en todo caso no podía imponer la FEF sino los clubes, que son los verdaderos empleadores de los futbolistas. Una suspensión que, además, en caso de que la Audiencia Nacional dicte que la huelga es legal tendría un punto de ilegalidad porque impediría ejercer el derecho al trabajo a aquellos jugadores que no quieran sumarse a la huelga. Alguien dirá que el fútbol es así. No, son así quienes en este país manejan el negocio del fútbol como si fuera su chiringuito.

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