Fermín Bocos – El último error


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Contemplo con escepticismo las sonrisas y el apretón de manos de los parlamentarios andaluces que acaban de firmar el pacto entre el PSOE y Ciudadanos. Pacto que asegura la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta. «Escepticismo» viene de una palabra griega que significa examen a fondo. Es la almendra de la cuestión. Si examinamos a fondo las condiciones impuestas por el recién llegado(Ciudadanos) para votar a favor de que siga en el poder el partido que lo tiene desde hace más de 30 años, en una primera lectura, algunas parecen razonables. La limitación de los mandatos presidenciales (a 8 años o a dos legislaturas) pueden provocar la necesaria oxigenación de la vida pública en una comunidad entregada durante más de una generación a las misma siglas políticas. También el PP en La Rioja, Castilla y León, Valencia o Murcia ha gozado de poder absoluto durante más de 20 años. Interesante, sin duda, la reducción de las elefantiásicas plantillas de funcionarios y contratados a dedo. Pero, hay un pero. La letra que dice que hay que erradicar la corrupción. Ciudadanos ha mutado de exigir la dimisión de los ex presidentes Chaves y Griñán a estar a la espera de lo que diga el Tribunal Supremo. De no gravitar sobre los diferentes gobiernos de la Junta, como poco la responsabilidad política («in vigilando») en el fraude de los ERE y en el latrocinio de los fondos de formación, podría decirse que el margen para la desconfianza era menor. Pero los hechos son tenaces. En Andalucía, la estructura clientelar transversal sobre la que se apoya el Partido Socialista y de la que se nutre para perpetuar su hegemonía, es la misma de los últimos treinta años. Sigue intacta. Como sigue -seguía- la del PP en la Comunidad Valenciana. Los clásicos nos alertan acerca de lo trabajoso que es corregir los errores políticos nacidos de la ingenuidad. En el caso de Albert Rivera (votar con los socialistas en Sevilla, apoyar a los populares en Madrid), podrían haber sido su primer gran error. Error que les podría pasar factura en las próximas elecciones generales. Por el bien del sistema de contrapoderes y contrapesos -más necesarios que nunca- confiemos en que sea verdad lo que decía el político norteamericano Ralph Nader, que en la política, el mejor maestro es el último error que uno comete.

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