Antonio Casado – La demolición de CiU


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

La salida de los tres consejeros de Unió del gobierno de la Generalitat escenifica la ruptura de la coalición. Pero no hay de momento una ruptura formal o formalizada, pues la alianza se mantiene en todos los ámbitos institucionales donde está representada. Aún así, se da por sentado que estamos asistiendo a la desintegración de Convergencia i Unió, después de treinta y siete años ejerciendo una permanente labor vertebral en la Cataluña política.
Los analistas coinciden en valorar la ruptura como un reflejo fiel de lo que está ocurriendo en el seno de a la sociedad catalana. La palabra también es desintegración, o algo muy parecido, como resultado del enfrentamiento entre catalanes. Incluso entre quienes abrazan la causa del independentismo y, a la hora de dar el salto último hacia el Estado propio, a dieciocho meses vista después de unas elecciones «plebiscitarias» (en el imaginario particular de Artur Mas), pelean entre ellos mismos.
El síndrome guerracivilista (sin otras formas de violencia que no sean las puramente verbales, eso sí), se extiende así a toda Cataluña. A partir de las querellas internas en el seno de CiU. Empezando por Unió, partida en dos en el reciente referéndum planteado por su líder, Josep Antoni Duran i Lleida. Siguiendo por la coalición misma, que ve como se está consumando la espantada del pilar democristiano. Y terminando por la propia CDC (Convergencia Democrática de Cataluña), que en su día puso el fundador, Jordi Pujol, desgajado por lo penal, en manos de Artur Mas.
Lo dicho. La propia CDC está viendo como sus siglas, ya muy contaminadas por la corrupción, la fundacional y la sobrevenida, van camino de desaparecer en la famosa lista de Más. Me refiero a la lista de nombres heterogéneos con la que el actual presidente de la Generalitat piensa comparecer a las elecciones dizque plebiscitarias del 27 de septiembre. Se tratará de una plataforma al modo de Ahora Madrid (Carmena) o Barcelona en Comú (Ada Colau), donde figurarán a título personal militantes de CDC, militantes de Unió y personajes independientes de la vida civil.
Muchos analistas consideran que, con Unió o sin Unió, el hecho de presentarse a las elecciones con dicha lista es ya bastante como escenificación del suicidio colectivo de CiU. Incluso si lo miramos desde el punto de vista formal, puesto que estatutariamente tanto CDC como UDC se comprometen a no utilizar las siglas de CiU si se produce el divorcio.
Ante semejante panorama, donde hasta dirigentes de CDC creen que la hoja de ruta hacia la independencia es un camino seguro hacia el desastre, uno no resiste la tentación de detectar los componentes corrosivos que tienen las decisiones de Artur Mas. Dicho sea por los daños colaterales que causan. No olvidemos que la escisión de Unió, o de una parte de Unió, porque eso todavía está por ver, se produce por la discrepancia respecto al plan soberanista del president, expresada en la mayoría ganadora del referéndum del domingo pasado.

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