Al margen – Ir de farol, mala cosa.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

La gallardía, la altivez, el orgullo, la dignidad, sólo se entienden y se aprecian, e incluso funcionan, si se mantienen hasta el final, sea cual fuera éste. Si no se mantienen, si resultan ser gestos teatrales, postureo, ese ir de farol se percibe desde el principio y las consecuencias suelen ser funestas. Los líderes griegos, Tsipras y Varufakis particularmente, que tan resueltos y potentes parecían haber encarado las negociaciones con la Unión Europea para aliviar la situación de su pueblo, maltratado por dos «rescates» que sólo han rescatado, en puridad, los intereses de los prestamistas internacionales, iban de farol, como se ha visto.
Aunque, según me dicen, la popularidad de Tsipras apenas se ha resentido de momento, pues muchos griegos consideran que, siendo la claudicación inevitable, cuando menos el hombre ha defendido o ha intentado defender al pueblo, lo cierto es que a los prestamistas les ha bastado cerrar el grifo para que la retórica de la soberanía nacional haya quedado en eso, en retórica. No sé si llevando hasta el final el órdago, que es, en todo caso, lo propio de los órdagos, se habría llegado a una mejor solución que ésta tan despreciable de condenar a Grecia a la miseria y al subdesarrollo, pero sí creo saber que si el principio hubiera sido otro, más inteligente, más refinado, más astuto, más versallesco, sin las pueriles chulerías de Varufakis ni los desplantes de Tsipras, el final habría sido, inevitablemente, otro, y acaso mejor.
El gobierno griego, que llevaba unas cartas de pena, envidó a la grande, a la chica, a los pares y al juego, y eso que juego tampoco llevaba. No hacía falta tanto ruido, y menos frente a unos tipos, los que rigen hoy Europa, que son de todo menos comprensivos y benéficos. Con esas cartas podían, simplemente, haber jugado a otra cosa, a plantarse de verdad frente a la usura, pues, toda vez que la expulsión de Grecia del euro sería nefasta para la UE, para Alemania en particular, puede que el azar, bien sujeto a la razón y a la firmeza, hubiera sonreído.

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