Antonio Casado – Morenés, zarandeado.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Al ministro de Defensa, Pedro Morenés, le preguntaron en la radio si debía contemplarse la hipótesis de una intervención militar en la Cataluña afectada por el desafío separatista del nacionalismo gobernante. Y de sus palabras se desprendía claramente que semejante hipótesis está descartada «si todos cumplen con su deber», en el bien entendido de que cumplir con su deber significa respetar las leyes.
Es como si al ministro de Justicia le preguntan si se contempla la intervención de la Fiscalía de siete a nueve de la noche. Respuesta cantada. No intervendrá si no hace falta. Ni a esa hora ni a otra hora del día. Y no hará falta si todo el mundo cumple con su deber ateniéndose a las normas legales.
Una obviedad. Un lugar común. Una respuesta políticamente correcta. Nada nuevo. Las generales de la ley, como suele decirse. Respuesta anodina que no compromete a nada. Una forma de salir del paso. Nada entre dos panes. Pero al ministro le dieron las del pulpo porque, ay amigo, hirió la piel sensible de los nacionalistas, que inmediatamente hicieron una traducción libre de la respuesta y, por el artículo 33, el de su real gana, la tomaron como una amenaza de llevar el Ejército a Cataluña para restablecer el orden. Qué barbaridad.
Sí, una barbaridad, pero en las filas del soberanismo catalán estas cosas sirven para seguir alimentando su extravagante discurso en torno al espejismo de la independencia. Con la impagable ayuda de quienes, sin compartir ese discurso, entran en la cofradía del papel de fumar por su empeño en tratar a los nacionalistas como si fueran una especie protegida.
Es lo que hay. Artur Mas y sus compañeros de viaje pueden decir que España les roba, que España les humilla, que tienen derecho a reventar unilateralmente la legalidad en nombre de una falacia, que Cataluña vive oprimida, que el Estado no es democrático, etc., y todos le hacemos el juego. Pero cuando un ministro del Gobierno de la Nación dice que si se incumple las leyes que nos defienden de las arbitrariedades deberán aplicarse las previsiones legales contra quienes cometan esas arbitrariedades, entonces lo zarandean.
Lo que le ha ocurrido a Morenés no es muy diferente de lo que le ocurrió hace unos días al ex presidente, Felipe González, por escribir que lo que está pasando en Cataluña con los nacionalistas se parece a lo que pasó en los años treinta del siglo pasado en Alemania e Italia. Se refería a la totalización de las voluntades por parte de una fuerza política y la posterior ruptura unilateral de la legalidad en nombre de un sueño identitario.
Tiene mucha razón, aunque el paralelismo no debe ir más allá. No lo fue en el caso de González. Entre otras cosas porque en el caso italiano y en el alemán -también en el caso de Franco, por cierto- esas aventuras estaban respaldadas por la fuerza militar. Nada que ver por ahí con lo de Cataluña.

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