Los refugiados de Siria, el caos y el Nuevo Orden Mundial


Un problema que lleva años gestándose acaba de explotar en la cara de Europa y, por fin, hemos caído en la cuenta de que hay que tomar medidas, primero paliativas y segundo ir a la raíz del asunto, a la causa del efecto que nos desborda y despierta sentimientos ambivalentes, cuando no xenófobos. La solución no es nada fácil, sobre todo, porque por encima de los líderes mundiales y económicos –aprendices todos ellos de magos negros— campa el MAL a sus anchas. Pero dejemos la causa original y otras que analizaremos después, y vayamos al aquí y al ahora, al problema cotidiano de la gente corriente.

Para nosotros es un tema casi nuevo. Llegaban pateras a las costas, sí, pero no le habíamos visto las orejas al lobo hasta ahora. Estos días vemos en Europa a los sirios que huyen de ISIS, pero ya había campos de refugiados en los que apenas habíamos reparado. Aunque no ocupaban las portadas de los periódicos a diario, desde el 2011 que empezó el conflicto armado, cerca de dos millones de sirios se refugiaron en Turquía, lo que ha supuesto al gobierno de Ankara más de 4.000 millones de dólares. Muchos otros viven en campos de refugiados en Líbano, Jordania Irak y Egipto. La gran bomba estalló hace menos de dos meses por la presión de Estados Unidos a Turquía, “obligada” a ceder la base militar de Incirlik para bombardear objetivos yihadistas.

Cuestiones geoestratégicas aparte, en estos momentos de caos, al cerebro le es difícil emitir pensamientos armónicos y justos. Nuestros hemisferios cerebrales se empeñan en ir cada uno por su lado, en una suerte de personalidad múltiple, que nos convierte en dignos émulos del Dr. Jekyll y Mr. Hide. Nuestro hemisferio derecho, soñador y buenista emite pensamientos de amor –sobre todo tras la sacudida impactante de la foto del niño Aylán ahogado en la playa—, y nos repetimos como una jaculatoria que el planeta es de todos, que hay que practicar la caridad y dar de comer al hambriento porque, en realidad, son hermanos nuestros. Es decir, que si pudiéramos les daríamos cobijo a todos en nuestras casas. Pero el hemisferio izquierdo, que es todo razón, nos hace aterrizar en la pista de la desconfianza y el miedo, y eso nos convierte en seres mucho más básicos y primitivos. Pensar que alguien puede arrebatarnos lo que nos pertenece hace que nuestro instinto de supervivencia y conservación afloren. Surgen entonces muchas preguntas sin respuesta. Así, centrándonos en España, es lógico preguntarnos ¿de dónde van a salir los fondos para atender a tanto desheredado? ¿Cómo la sanidad pública, colapsada y deteriorada, va a asumir esta avalancha humana? ¿Vamos a atender a sus viejos dependientes, cuando los nuestros se mueren sin recibir la prestación? ¿Dónde van a trabajar si no hay trabajo para los españoles? ¿Deben despedirse los de aquí de toda ayuda social para libros y guarderías, porque han venido los de allí a los que, por su situación de inmigrantes, se les otorga mayor derecho?

Dicho esto, la situación se agrava si se analizan otros factores. Seamos claros. No estamos hablando de refugiados normales, de franceses, ecuatorianos o argentinos, o como eran los españoles que emigraron después de la guerra o en los sesenta. Tratamos con gente islamista, conflictiva, muy fanatizada, anclados en la Edad Media, que no entienden de derechos humanos, que practican el maltrato a la mujer y a los homosexuales, en definitiva, con costumbres muy diferentes a las de Occidente, y lo que es peor: sin ningún interés por integrarse, sino todo lo contrario y, además, pretenden imponer sus maneras particulares de concebir la vida y la muerte. ¡Y no olvidemos su afán de conquistar Al Andalus! Esto no es ningún mito. La catedral de Córdoba ya la consideran suya, ayudados claro está por los progres socialistas del imperio de la corrupción. Hace ya muchos años que Ben Bella decía “nuestros soldados son los vientres de nuestras mujeres”. Gran profecía. El nombre más común de los nacidos en Holanda es Mohamed. Hace unos días me decía un amigo policía que tenía miedo de que estas entradas masivas de refugiados fueran una especie de caballo de Troya, y que de pronto nos viéramos con un ejército camuflado. A las pocas horas aparecía una noticia que aludía a la entrada de armas con los refugiados, cosa que conseguían sobornando a los agentes de las fronteras. No hay que perder de vista a los musulmanes nacidos en Francia, Inglaterra u Holanda, los llamados de segunda y tercera generación, unos con causa y otros sin ella, que se rebelan contra todos.

El preludio del choque de civilizaciones anunciado por Huntington lo estamos viendo estos días en tiempo real. Ahora bien, más allá de lo expuesto en líneas anteriores, y profundizando en el análisis, hay que hacerse la pregunta de rigor: ¿Cui prodest? ¿A quién beneficia? Hace unos días leíamos en un medio especializado, sobre el interés de Estados Unidos en crear caos en el Mediterráneo y desestabilizar Europa, para que el Viejo Continente fuera un lugar permanente de conflicto. Según un agente de Austria, publicado en un confidencial, ellos a través de la CÍA y sus filiales estarían pagando a las mafias que transportan los inmigrantes. Esto, claro está, no lo hacen abiertamente, sino a través de ONGs para disfrazar la intención, como la National Endowment for Democracy (NED). Es cierto que ellos son especialistas en estas cuestiones, y especialísimos en tapar sus chanchullos. El caos lo han creado en Hispanoamérica y en África apoyando a sátrapas salvajes, que han empobrecido a sus pueblos. Que ahora tengan el punto de mira puesto en Europa es un tema económico y algo más.

Pero mucho más allá de lo dicho, todo esto me hace ir más allá y pensar en el gran caos generalizado que estamos a punto de vivir. Hay muchos síntomas, entre ellos, la gran crisis de valores, y en otro terreno, el colapso económico mundial con origen en China, que se espera para el 2016. Esto, sustanciado en una violencia desmedida, hace vislumbrar algo insoportable que nos hará reclamar el advenimiento de la tiranía para poner orden. Para nuestro mal, los señores del Nuevo Orden Mundial están preparados para sentarse en el trono.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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