Escaño Cero – «Rompesuelas».


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Pedro Sánchez no puede mirar hacia otro lado en lo que se refiere a la brutal fiesta de Tordesillas, donde un compañero suyo, el alcalde, ha vuelto a permitir la tortura de un toro para disfrute de los bárbaros que participan en la fiesta que consiste en lancear el animal hasta que muere.
El líder socialista se ha comprometido a que en la próxima legislatura impulsará una ley contra el maltrato animal, pero eso no basta. Estamos aquí y ahora y resulta que un militante del PSOE, José Antonio González, es alcalde de Tordesillas y como Pilatos se lava las manos diciendo que mientras los vecinos quieran y sea legal él no s opondrá a esa fiesta salvaje. Habida cuenta, repito que el tal González pertenece al PSOE, Pedro Sánchez tiene el deber de dejar claro no solo que no esta de acuerdo con el maltrato animal ¡faltaría más! sino que tiene que dar un paso más y anunciar a sus alcaldes y concejales que avalan este tipo de espectáculos repugnantes que el que lo haga no tiene cabida en el PSOE. Puede que pierda unas cuantas alcaldías pero si el precio por tenerlas es cerrar los ojos o dar luz verde a esa orgía de crueldad como es la fiesta del toro de Tordesillas, entonces el gobernar no merece la pena.
Si el secretario general del PSOE fue capaz de «cargarse» de un día para otro a Tomas Gómez como candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, ya me explicará porque no puede poner al alcalde de Tordesillas ante la disyuntiva de dimitir para no ser cómplice de una fiesta salvaje que consiste en torturar a un toro hasta matarle.

Muchos pensarán que con la que está cayendo a qué alzar la voz por la celebración de una fiesta popular como la que se celebra en Tordesillas desde hace siglos. La respuesta es muy simple: el grado de civilización de un pueblo también se mide por el trato que le da a los animales. En este capítulo España suspende rotundamente.
Pero vuelvo a Tordesillas. Reconozco que me producen nauseas todos aquellos que participan en ese espectáculo salvaje y sangriento que consiste en torturar a un toro hasta que muere.
En la mirada de Rompesuelas, que así se llamaba el toro torturado de este año, había más humanidad que en la de quienes han participado en esa fiesta repugnante.
Creo que en la próxima legislatura sus señorías, además de abordar el sinfín de problemas que tiene nuestro país, deberían de reflexionar sobre algunas de las llamadas fiestas populares que son solo un ejercicio de tortura y de sangre incompatibles con los derechos más elementales de los animales.
Hay fiestas que se deberían de suprimir y para eso se necesita el acuerdo de los partidos. Lo que no es soportable es que los responsables políticos se muestren indiferentes ante espectáculos sangrientos y vergonzosos como el de Tordesillas.
Resulta inaudito que haya personas que se divierten torturando o asistiendo a espectáculos de tortura. ¿Qué clase de personas son?

¿Dónde tienen el límite de humanidad? Creo que se lo debían de hacer mirar porque alguien que defiende un espectáculo como el del lanceo del Toro de Tordesillas, es evidente que tiene algún tipo de sicopatía. Torturar a un animal no es algo baladí, no es algo a lo que se pueda quitar importancia. Todo lo contrario.
Ya sé que Pedro Sánchez está en una doble campaña electoral, la catalana y la de las próximas generales, pero, insisto, además de decir que no le gusta el espectáculo de Tordesillas tiene que dar un paso más y es el de poner una raya: un socialista no puede avalar la tortura animal, y si eso implica dejar de ser alcalde pues que deje de serlo. Es una cuestión de ética. Y no todo no vale por un puñado de votos.

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