Cayetano González – El día después.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Si las encuestas publicadas a lo largo del fin de semana sobre la intención de voto en las elecciones en Cataluña del próximo domingo no se equivocan, la candidatura de «Juntos por el Si», bien en solitario o con el apoyo del grupo de extrema izquierda de la CUP, tendrán la mayoría absoluta en escaños en el Parlamento y en porcentaje de votos estarán entre el 48 y el 50%. Insisto, si no se equivocan, porque visto lo visto con las elecciones griegas de este domingo donde los estudios demoscópicos daban un empate técnico entre el partido Syriza y los conservadores de Nueva Democracia, y al final ha resultado que el partido de Alexis Tsipras ha sido claro vencedor.
Si ese escenario electoral se confirma en Cataluña el próximo domingo, me imagino que a estas alturas del partido nadie tendrá ya ninguna duda que Artur Mas, sus socios de ERC más los grupos sociales independentistas que les apoyan seguirán con su «hoja de ruta» hacia la independencia. Eso pasará, según han contado ellos mismos, por una declaración unilateral en ese sentido del nuevo Parlamento de Cataluña, a la par que irán construyendo lo que denominan las «estructuras de Estado» para el hipotético nuevo Estado Catalán.
Es decir, que el Gobierno de España, el actual y el que salga después de las elecciones generales del próximo mes de diciembre, tendrá que enfrentarse a la situación más delicada que sin duda se ha generado desde el punto de vista institucional desde la transición política. Porque en España hemos tenido en estos últimos años un grave y doloroso problema con el terrorismo de ETA; hemos tenido en los últimos años una crisis económica muy profunda; ha habido algunas tensiones territoriales, pero lo que en estos años de democracia nunca se había planteado de forma tan descarnada era el intento de secesión de una parte del territorio nacional impulsado además por las propias autoridades de esa Comunidad Autónoma.
Pase lo que pase el próximo domingo en Cataluña, el Gobierno de la Nación y el resto de poderes del Estado tienen la obligación moral y política de aplicar todos los instrumentos legales que tienen en sus manos, que son muchos y suficientes, para parar el desafío independentista. La soberanía nacional reside en el pueblo español según reza el artículo uno de la Constitución y por lo tanto, por muchos votos y escaños que tengan los independentistas catalanes el próximo domingo, ellos no pueden decidir unilateralmente separarse de España. La situación será complicada y difícil para todos, también para los ciudadanos catalanes. Se ha permitido ir demasiado lejos a Mas y sus socios, y ahora ya no basta con hacerle una simple cura al enfermo, sino que parece evidente que tendrá que pasar por quirófano.

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