Pedro Calvo Hernando – Debates libres y democráticos


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

A dos meses de las elecciones generales, veo que se plantean cuestiones que nunca debieron estar en discusión. Me refiero sobre todo a los debates electorales, cuya celebración o no siempre se utilizó de forma torticera y antidemocrática, sobre todo por el PP, en busca de ventajismos y de manipulación de la opinión pública. No había mayor ventajismo que excluir de los debates a los partidos que no tuvieran representación parlamentaria. Apañados estaríamos si en estos comicios del 20 de diciembre se intentase excluir a Podemos y Ciudadanos, que pueden ganar las elecciones sin haber estado previamente representados en el Parlamento de la nación. No creo que a nadie se le ocurra semejante disparate, pero conviene no fiarse. Y el otro gran tema es el del formato, que ha sido un asunto bastante vergonzoso en los escasos debates entre los líderes que se han celebrado en las campañas electorales de las generales en lo que llevamos de democracia. En este punto se ha llegado a situaciones ridículas, empezando por confiarlo todo a los acuerdos previos entre los contendientes como guía infalible del orden y desarrollo de esos encuentros, lo que muchas veces los convertían en actos inútiles y aburridos, por no decir aberrantes.
De modo que lo primero habría de ser la obligatoriedad de la celebración y en condiciones de absoluta libertad, solo administrada por el moderador previamente pactado o incluso designado por la Junta Electoral. Se me ocurre que el único límite sería no insultarse y atenerse al control de los tiempos a consumir por cada contendiente. Y tal vez atenerse a las indicaciones del moderador en cuanto a evitar demasiado desorden en el tratamiento de los diversos temas, más que nada para no embarullarlo todo y para que el debate sirva para algo más que para proporcionar un espectáculo al respetable. Sería conveniente, en todo caso, que esos actos se celebrasen en instituciones neutrales con libertad absoluta de presencia y transmisión para todos los medios informativos que lo deseen. Lo que no debe obstaculizar la celebración de otros debates a requerimiento de los medios interesados en ello. Es evidente que, dada la situación política actual y las predicciones de los sondeos, lo lógico sería que los grandes debates electorales estuvieran protagonizados por los cuatro líderes de los partidos más importantes a tenor de los resultados de las recientes elecciones territoriales, lo que no excluya la participación de otros protagonistas de la vida pública.

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