MADRID, 22 (OTR/PRESS)
Es demasiado joven para cansarse tan pronto. Otra cosa es que le cueste más o menos dejar de ser un profesor desconocido para los ciudadanos para convertirse en un personaje. El tránsito del anonimato a una posición de minoría, que es lo que son los responsables políticos, una minoría que se ven obligados a prescindir de los usos del común de los mortales. No debe ser fácil pero en ningún caso algo tan duro que resulte casi traumático.
No, el problema de Pablo Iglesias no es un problema de cansancio físico y ni siquiera un problema de acomodación a un nuevo estilo de vida. El problema de Iglesias es, da toda la impresión, de que ha perdido pie. Alguien dijo en su momento que Podemos era un estado de ánimo y creo que la descripción es cierta.
Pablo Iglesias supo verlo. Dio forma a ese estado de ánimo. Puso palabras y discurso y se paseó por las televisiones dando estupendos índices de audiencia. Su formación, Podemos, fue un autentico revulsivo. En su haber tiene y tendrá siempre, el haber sido capaz de remover la política tradicional.
Hecha esta aportación, lo cierto es que Pablo Iglesias hace tiempo que como él mismo reconoce ha dejado de emocionar a quienes en su momento emocionara. Una cosa es elaborar brillantes análisis políticos en un despacho de la Universidad y otra bien distinta salir al rueda de la realidad.
Y aquí es donde Iglesias y con él su partido han perdido pie y se han enterado de que para cambiar las cosas no es necesario asaltar el cielo. Basta con tener los pies en la tierra y a partir de ahí elaborar diagnósticos y soluciones creíbles. No basta con decir que se está con los de «abajo», que ellos no son ni de derechas ni de izquierdas, que son el partido «de la gente». Además, no es propio de un líder que quiere regenerar a situación, esos arrebatos de soberbia y altivez que tantas veces ha exhibido quien, en definitiva, lleva Podemos con mano firme. Lo de los círculos ya tampoco emociona y en el colmo de los colmos se atreve a proponer que sea «Pedro» quien le vote a él como Presidente si quiere un gobierno de izquierdas*¡¡un poco demasiado¡¡.
Hace un año Podemos parecía estar a un paso de ser la primera fuerza y ahora es la cuarta, muy cuarta porque es lo que tiene ser «un estado de ánimo». No sé si Podemos y el propio Pablo Iglesias tienen tiempo suficiente para desprenderse de la percepción que hoy existe de partido que se agota antes de empezar la carrera, pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que Podemos vuelva a ser lo que fue apenas hace un año. La política no cabe en un folio y ni siquiera en un tratado. La política es dura, volátil, desagradecida, a veces gloriosa y otras mezquina y Pablo Iglesias, como cualquier mortal, antes de asaltar el cielo tiene que pisar la tierra.