Charo Zarzalejos – Una campaña para recordar


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

No han sido necesarios acontecimientos extraordinarios para que la campaña electoral haya tomado derroteros inesperados hace apenas dos semanas. Una encuesta del CIS, primero, y, luego el famoso debate decisivo han actuado a modo de cataclismo que ha tenido como primer y principal afectado el que todavía hoy es el principal partido de la Oposición. Nunca nadie en el PSOE pudo imaginar que la campaña fuera un auténtico vía crucis.
A Pedro Sánchez le salen adversarios por todas partes y teniéndolo, en teoría, todo a su favor llega al debate con Mariano Rajoy estrujado en la encuestas y con una llamativa unanimidad a la hora de considerarle el perdedor claro del debate celebrado en Atresmedia. Joven guapo, luchador, de izquierdas y progresista, sin sms raros y sin que en su mochila haya recorte alguno, resulta que aparece degullido, no sólo él, sino su partido, el que más historia acumula de todos compiten el próximo 20D.
Albert Rivera se siente tocando el cielo. Sin asalto alguno, pero tocando el cielo y quizás por eso se le ve acelerado, carente de sosiego, pero ahí está, disputado la medalla de plata con un partido que cumple 130 años de historia. Y sin que le roce un pelo, es decir un voto, Pablo Iglesias ha cogido bríos y trata con una displicencia difícil de soportar a «Pedro», como gusta llamar a quien hoy es el líder de la Oposición. Si en su momento Pedro Sánchez hubiera tomado las distancias necesarias, es probable que Pablo no se hubiera venido tan arriba. Siempre ha querido machacar al PSOE.
«A su bola», como dicen los jóvenes, Mariano Rajoy. Siempre he pensado que al margen de que guste mucho, poco o nada, esa tendencia que existe a concluir que no se entera, que no se mueve, lleva inexorablemente a pensar que el todavía Presidente es un adversario flojito. Y no es así. Rajoy es más Rajoy de lo que parece o de lo que algunos pretenden hacer ver y no calcular bien la fuerza, la inteligencia y los recursos del adversarios es un buena fórmula para la sorpresa.
No hay un solo español al que no le hubiera gustado ver a Rajoy en el debate decisivo, pero el resultado final es que su ausencia

-suplida con enorme dignidad por Sáenz de Santamaría- no le va a penalizar. Ni un solo ciudadano que tenga decidido su voto al PP va a dejar de hacerlo porque Rajoy no haya acudido al plató de Atresmedia.
Quedan unos días para la fecha definitiva. Antes veremos el cara a cara entre Rajoy y Sánchez. Hubo un tiempo, nada lejano, en que ambos, de manera tácita, parecieron ponerse de acuerdo para salvar el tradicional bipartidismo español. Ha sido esta campaña para no olvidar la que, al parecer, y con los datos que se manejan a la hora de escribir estas líneas, la que ha pagado la esquela.

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