Victoria Lafora – Fuegos Fatuos.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

En busca de los apoyos parlamentarios, los partidos hacen ofertas que recuerdan a los fuegos fatuos. Esas llamas que parecen caminar sobre las superficies pantanosas y que retroceden al acercarse. En medio del fragor de una batalla interna en el PSOE que se ha reavivado, por lo menos públicamente, Pedro Sánchez ofrece al nuevo presidente catalán una reforma constitucional. No tiene los escaños suficientes ni en el Congreso ni en el Senado para llevarla a cabo, ni aún sumando (si es que sus compañeros de partido le dejaran) a todos los grupos independentistas.
El acuerdo in extremis en Cataluña, que ha llevado a Puigdemont a presidir la Generalitat, dificulta aún más la suma de acuerdos necesaria para un pacto progresista. Pedro Sánchez lo sabe, pero la alternativa de una repetición de elecciones es todavía peor para los socialistas. Pablo Iglesias, que sabe segura la fusión de Izquierda Unida con sus siglas, está poniendo todas las dificultades posibles, haciendo ver que el PSOE no es de fiar y no es de izquierdas porque no le interesa un pacto. Podemos quiere a Rajoy en la Moncloa con un gobierno inestable y convertirse en la única oposición de la Cámara.
En este dilema, entre susto y muerte, el PSOE tiene que jugar con exquisita habilidad las escasas cartas con que cuenta. Por un lado tiene que intentar hasta el último minuto que sean los demás los que imposibiliten un pacto que desaloje al PP del poder y, si esto no se consigue, ser capaz de llevar a cabo una negociación con PP y Ciudadanos donde, a cambio de su abstención, se acepten los puntos clave de su oferta programática.
A continuación, debe ser capaz de explicar a su electorado las ventajas del acuerdo, sin trampas ni fuegos fatuos. Y uno de los argumentos de mayor peso es la exigencia de una reforma de la Constitución que recoja de manera contundente los derechos sociales que ahora dependen del albur del gobierno de turno.
La Carta Magna, después de treinta y ocho años de vigencia, necesita cambios urgentes y no un mero lavado de cara. No ya tanto como posible solución al problema catalán y a la reordenación de la convivencia común de las distintas nacionalidades, si no de adecuación a la nueva realidad social española y a nuestra pertenencia a la UE.
Solo este pacto podría llevar a cabo la reforma constitucional que los españoles demandan y así lo debería «vender» Pedro Sánchez con un relato pedagógico dirigido a los votantes socialistas que consideran una abstención frente al PP como una cesión «contra natura».
Contar, por ejemplo, que los constituyentes fueron especialmente rigurosos con las posibilidades de reforma del texto que aprobaron en referéndum los ciudadanos de toda España. A partir de 117 escaños del Congreso un partido tiene lo que se denomina «mayoría de bloqueo» y nada se puede hacer sin sus votos. Conviene recordar que el PP cuenta con 122 diputados y mayoría absoluta en el Senado, por lo tanto nada se podrá hacer sin su acuerdo. La encuesta del El País de ayer perfila los intereses de cada uno y las dificultades de pacto.

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