Más que palabras – Alicia y el hombre del saco


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

La mitad de los hijos de víctimas de violencia machista en 2015 sufrió maltrato. El dato lo dice todo y deja al descubierto el riesgo que supone que los menores vivan en un ambiente marcado por esa situación. Según los datos hechos públicos recientemente casi un 60% de las mujeres maltratadas en 2015 tenían hijos menores, y de ellos la mitad también fueron agredidos, con el agravante de que se está incrementando -el pasado año en un 10 por ciento- las agresiones

sexuales a niños como parte del plan terrorífico de quienes imponen ese tipo de violencia.
Alicia era un bebe de sólo 17 meses a la que un mal nacido tiró por la ventana después de agredir a su madre porque ésta -una joven de 18 años- le descubrió cuando estaba abusando sexualmente de la criatura. El parte médico indicaba que la niña presenta un traumatismo craneoencefálico, hipertensión intracraneal refractaria y politraumatismos producidos al caer de cabeza y fracturarse el cráneo por lo que, de haber sobrevivido al ataque, habría tenido daños

cerebrales de por vida. Este animal despiadado este ser despreciable y repugnante, también intentó deshacerse de la mujer por el mismo método. La joven bajó ensangrentada y semidesnuda para asistir a su niña. Gritaba desesperada. Mientras él miraba desde la casa,

señaló una testigo. Muchos en el barrio donde ocurrió, cuando fueron preguntados por los medios de comunicación decían que jamás imaginaron que ese brillante profesor de saxofón, con un currículo impresionante y un carácter «extremadamente reservado», podría ser en

realidad un depredador sexual. Desgraciadamente una vez más se repite la historia: nadie ve ni oye nada, nadie sabe nada y nadie puede suponer, siquiera, que el vecino al que amablemente saluda a diario es, en realidad un torturador, un monstruo que, como todos los maltratadores es camaleónico, cambia de piel, muta, se disfraza … se muestra amable y educado de puertas afuera y en el interior de su casa en la que el muy cobarde se sí ente a salvo amenaza, humilla,

pega palizas y viola sistemática para «sentirse más hombre».
Alicia ya no sabrá nunca que ese «hombre del saco» maligno y oscuro, se jactó al ser detenido de haber abusado en varias ocasiones de ella, aunque tras ser asesorado por un abogado se retractara. No podrá pedir que todo el peso de la ley caiga sobre este repugnante tipejo, escoria de la sociedad, que profanó su pequeño cuerpecito ni tampoco podrá opinar, pasado el tiempo, sobre si merece que se le aplique la prisión permanente revisable, tal como ha pedido entre otros la Asociación Clara Campoamor. Ella no podrá hacerlo, pero sí lo haremos muchos en su nombre. Según establece el código penal esta pena se puede aplicar con arreglo a una lista delitos cerrados, «entre los que se contempla aquellos contra personas menores de 16 años o especialmente vulnerables, cuando una violación ha precedido al asesinato» por lo que este caso tiene poco que objetar.
Alicia ya no podrá gritar ¡basta ya! porque su asesino quiso callar su voz para siempre, pero lo que hay que impedir a toda costa es que existan más Alicias y acabar con el silencio cómplice de

una sociedad cobarde que sigue mirando hacia otro lado con la violencia machista. Hoy le ha tocado a Alicia y a su madre -otra niña de apenas 18 años- pero mañana podemos ser nosotras o nuestras hijas las víctimas. ¡Ni una más!. Y esto, que conste, que no es venganza

es sólo Justicia. Nada más y nada menos que Justicia.

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