Más que palabras – Revolución papal


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Ecapetec es una ciudad de 1,7 millones de habitantes perteneciente al estado de México que está a 20 minutos en coche de la capital del país. Su tasa de pobreza es del 49% y el año pasado se decretó allí la alerta de violencia de genero para acabar con el feminicidio que se ha cobrado la vida de 168 mujeres en tres años.
Estos días muchos cronistas han señalado que a ese lugar no va nadie que no haya nacido allí o no sea el Papa Francisco que ofició en ese sitio -que muchos creen olvidado de la mano de Dios- su

misa más multitudinaria de ese viaje oficial. «Quiero invitaros a estar en primera línea en todas las iniciativas que ayuden hacer de esta tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya

necesidad de emigrar para soñar, donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar, donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos

pocos. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres a jóvenes y niños que terminan destruidos las manos de los traficantes de la muerte», dijo el Pontífice. Me gusta este Papa no sólo

por lo que dice sino por lo que hace y en ese hacer del día a día, si retroceder un ápice, consigue que muchos de los que jamás se acercarían a postulados de la Iglesia católica lo hagan a través de la «revolución» que Berglogio está llevando a cabo.
Escapetec tiene un alcalde evangelista como la mayor parte de su población y allí la lacra de la violencia hizo que el pasado otoño, los vecinos se armaran y se produjeran algunos linchamientos. Mensajes como «rateros estamos unidos a robar te vamos a linchar» se podían leer en las puertas de algunos comercios. Este Papa no da puntada sin hilo y el lugar no se eligió al azar, como tampoco el hecho de su paso por Ciudad Juárez, una de las fronteras más

complicadas del mundo y también uno de los lugares más peligrosos del planeta. Allí ser mujer y joven te convierte en el blanco perfecto para la violencia extrema. Secuestros, torturas, explotación sexual, unido a los asesinatos con terribles mutilaciones han con vertido a esta zona de Chihuahua en un lugar conocido en todo el mundo como referencia del feminicidio, por lo que una parada allí del pontífice, poniendo el broche de oro a su visita, servirá para denunciar y

poner el foco en un asunto que muchos tienden a tapar, incluso a minimizar.
Me gusta este Papa porque nada de lo que dice o hace esta vacío de simbolismo. «La resignación es un arma del demonio», afirmó en Michoacán -la capital de un estado sometido al terror de los narcos- donde animó a los fieles a no resignarse frente a la violencia, la corrupción el tráfico de drogas y el desprecio por la dignidad de las personas».
Desde que llegó este Papa está dando la vuelta a viejos conceptos que alejaban a muchos de la iglesia. Nada más ser elegido Francisco se negó a trasladarse en limusina y con chofer para asistir a la cena con el resto de los cardenales. Si nunca había ido en limusina

¿por qué hacerlo entonces?. «Prefiero ir con mis hermanos cardenales en el autobús», contestó. Aquel gesto ya hacía intuir que este Papa sería diferente a los anteriores y, desde entonces, no ha parado de

sorprendernos. Su acción decidida para combatir los casos de pederastia y abusos de menores por parte del clero, su denuncia sobre el «cementerio de inmigrantes» en el que se está convirtiendo el mar Mediterráneo, su mediación para desbloquear las relaciones entre Cuba y Estados Unidos o sus continuas referencias a las políticas de extrema austeridad recordando a los jefes de Estado que su trabajo es proteger a los pobres, son gestos que confirman sus palabras.
Este Papa sigue rompiendo moldes con su presencia en lugares especialmente conflictivos, ninguno de los cuales se han elegido al azar. Habla de temas tabú como el aborto sin juzgar a nadie y no cierra las puertas de la Iglesia a los divorciados católicos que se han vuelto a casar y quieren acceder a los sacramentos. Sigue con su revolución imparable y no parece dispuesto a cambiar, gracias a Dios.

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