Antonio Casado. Cuando Podemos no sea Podemos.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Una expresión copiada al dirigente de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, me reafirma en el pronóstico de que Podemos acabará desempeñando su papel marginal en el gallinero de la política, si acaso dignificado como conciencia crítica de la clase política. La expresión es la siguiente: «Solo pactaremos con Podemos si deja de ser Podemos». Se la escuché especulando sobre un eventual acercamiento de su partido al de Pablo M. Iglesias. Y ahora me apropio de ella para aplicarla a un eventual pacto del PSOE con Podemos.
Escribo este artículo cuando aún faltan horas para el encuentro a cuatro de la izquierda (PSOE, IU, Podemos y Compromis), según propuesta de Alberto Garzón. No arriesgo demasiado apostando al fracaso del encuentro, si nos atenemos al confesado objetivo de alumbrar un Gobierno con esas mimbres. Pienso, sobre todo, en la imposible convergencia entre los dos vectores fundamentales de esa mesa negociadora: PSOE y Podemos. Porque, como diría Girauta, para eso Podemos tendrían que dejar se ser Podemos. Y en Ferraz ya han acumulado pruebas suficientes de que la cabra de Iglesias tira al monte (sin ánimo de molestar).
Se detecta en la ya proverbial arrogancia del caudillo chavista-leninista, sus maniobras para hurgar en las heridas internas del PSOE, su empeño en hablar sólo de Gobierno de coalición, sus insostenibles propuestas de gasto público en nombre de los pobres, su afán de controlarlo todo en un Gobierno imaginario, sus extravagantes ideas sobre la plurinacionalidad de España (versión polemizada del «café para todos») y el apremio de aplicar en Cataluña el llamado «derecho a decidir», respecto al derecho de unos cuantos a reventar la soberanía única.
Por tanto, que los socialistas hayan aceptado negociar «a cuatro» por la izquierda (cuando este artículo vea la luz ya se habrá producido el encuentro), no significa que esperen acabar forjando una alianza con los chicos de Podemos. Se constatarán algunas afinidades programáticas pero ninguna posibilidad de formar un Gobierno en coalición, como reclama Iglesias por tierra mar y aire.
Aunque quizá los socialistas quieran guardar las apariencias y después de la reunión no den nada por perdido, la verdad es que recelan simultáneamente de Podemos y del PP, las dos grupos con capacidad de bloqueo para impedir que gobierne Sánchez, incluso al precio de repetir elecciones. Rajoy ya lo dijo ante un micrófono chivato mientras hablaba con Cameron. E Iglesias pide la luna a Sánchez y luego le acusa de negarse a negociar. En sus ritos de apareamiento (puro teatro), se percibe el deseo de volver a las urnas y seguir sembrando cizaña en el PSOE con una estrategia muy clara: primero dividir y luego confiscar.
Pero respetemos los tiempos. Nada está escrito. Y reconozcamos los esfuerzos de Sánchez y Rivera en favor de la gobernabilidad. Los españoles ya se lo están reconociendo: PSOE y Ciudadanos son los dos únicos partidos que mejoran su facturación electoral, según una encuesta publicada el pasado fin de semana.

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