Al margen – Rita y un señor de Pontevedra


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

Rita es Rita, y el señor, Rajoy, aunque no es completamente de Pontevedra, pues nació en Santiago, lo es lo suficiente como para querer morirse, «dentro de muchos años», en la ciudad cuyo Ayuntamiento le declaró hace poco «persona non grata» en un gesto tan inelegante e innecesario como comprensible por su actuación política en el asunto de la celulosa que entenebrece la ría más bella del mundo. Rita es Rita, y Rajoy es Rajoy, y entrambos representan éstos días, resistiéndose, el canto del cisne del Partido Popular.
Dicho partido, el primero imputado penalmente en la historia de la restauración democrática, es el partido de la derecha española en todo su amplio espectro, de la templada a la extrema, de la europea a la nostálgica del franquismo, pero se dio, allí donde gozó durante décadas de poder y mayorías absolutas, a la cleptocracia. No ha sido el único, pero sí en una escalofriante proporción de uno a tres en relación a los demás, por un monto muy superior y con una trascendencia política y social devastadora. Sólo el miedo a la izquierda, al Podemos que esa cleptocracia creó más exactamente, ha impelido al electorado de derechas, al más tradicional, a seguir votándole, como si la corrupción de los afines fuera menos mala, pero la degradación ha llegado a un punto en que o cierran el almacén por reformas, o la finca se les viene abajo.
A Ciudadanos le faltan varios hervores para sustituir al PP en esa banda ideológica y erigirse en representante unívoco y aglutinador de la derecha española, de suerte que, en tanto se despeja la situación política, agravada por los estertores de un Rajoy bohemio, antisistema y trabucaire que pasa de que controle sus «funciones» el Parlamento designado por el pueblo español, habrá de ser desde dentro, gente de la casa con expediente limpio, la que reconstruya, o lo intente, lo que con tanto ahínco han destruido los randas del partido en los tiempos, presentes aún contra toda lógica, de Rita y el señor de Pontevedra que no es completamente de Pontevedra ni ya, políticamente hablando, de ningún sitio.

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