Ignacio Camacho

«Rajoy no entiende que el tiempo penal discurre a distinta velocidad que el tiempo político»

Ignacio Camacho sigue sin entender por qué en el PP no se da ya un golpe definitivo de timón

"Rajoy no entiende que el tiempo penal discurre a distinta velocidad que el tiempo político"
Ignacio Camacho Antena 3

Ignacio Camacho sigue sin entender por qué en el PP no se da ya un golpe definitivo de timón y se prescinde de gente como la exalcaldesa de Valencia, la inefable Rita Barberá:

A Rita Barberá le cuesta comprender, o aceptar, que el tiempo penal discurre a distinta velocidad que el tiempo político. Tampoco acaba de entenderlo Rajoy, experto en esperas, pese a que él mismo ha hecho una ley para acortar los plazos procesales de los casos de corrupción; y en general casi todo el PP tiene un problema con la percepción de la opinión pública por el que ha pagado y aún paga un alto precio. El marianismo se siente en dificultades ante la posmodernidad, incómodo con sus pautas vertiginosas y compulsivas. No alcanza a adaptarse a la necesidad de reacciones rápidas que impone el modelo apremiante de la nueva sociedad de la comunicación, acostumbrada a compases sincopados. Y sufre por ello un penoso desgaste.

Dice que:

Barberá tiene todo el derecho a defender su inocencia ante los tribunales. A lo que no lo tiene es a enredar en esa defensa al partido que representa a varios millones de españoles, cuya causa legítima perjudica al soslayar el concepto de responsabilidad política. Claro que si lo hace es porque el propio PP se lo permite al proporcionarle y mantenerle privilegios de aforamiento de un modo inexplicable. Ese enroque endogámico, respaldado por el presidente, prima la cohesión interna de la organización frente a los intereses de sus electores y simpatizantes que en su inmensa mayoría desean respaldar un proyecto limpio y transparente. Y al margen de la calificación penal que puedan merecer los hechos, las evidencias del escándalo valenciano, con sus cintas impúdicas, su pitufeo de dinero negro y sus manejos fangosos, revelan una atmósfera moral inaceptable.

Como mínimo, la exalcaldesa valenciana debería abandonar la escena pública por su incompetencia en la selección de personal -tiene imputada a toda su cúpula directiva- y por falta de sensibilidad política. Por haber presentado una candidatura cuya conducta constituye una ofensa a sus votantes. Por arrastrar a la vergüenza a toda la derecha sociológica valenciana al ofrecerle como representantes a un grupo de sospechosos habituales.

Sentencia que:

Por esas mismas razones, y a pesar del doble rasero de ejemplaridad que soporta ante la izquierda, el Partido Popular está obligado siquiera preventivamente a dejar de prestarle amparo. A abandonar los tics de autoprotección -la filosofía del «sé fuerte»- que tanto daño le han causado. A construir sus reacciones ante la corrupción como un mensaje a los ciudadanos, no a sus militantes. A interpretar la realidad, por incómoda que le resulte, con los ojos de la gente. A mostrarse sensible a los comportamientos, automatismos y reglas del «mercado» en que compite. A entender que, aunque a menudo las cosas no sean como parecen, en política siempre terminan pareciendo lo que uno permite que parezcan. Y a asumir de una vez, por todas que por mucha calma estoica que Rajoy pueda albergar, hace mucho que la sociedad española ha perdido la paciencia.

 

 

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