Fermín Bocos – Hablando claro


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

En un mundo dominado por el lenguaje de madera de los políticos José Manuel García Margallo se convirtió en noticia al decir que: «Nos hemos pasado cuatro pueblos en el tema de la austeridad».
Margallo no hizo otra cosa que añadir un titular a otro que hace unos días alertaba sobre el desplome de la clase media. La crisis se ha llevado por delante un tercio de los empleos de personas que pertenecían a ese estrato social. Alrededor de tres millones de personas que disponían de rentas medias han visto disminuir de manera drástica su nivel de ingresos. Según un estudio de la Fundación BBVA

-que es quien ha facilitado estos datos-, en los últimos ocho años la renta media disponible en los hogares habría disminuido hasta un 20%. Y ahí estamos, en puertas de nuevas elecciones. La precariedad económica genera el malestar social que según las encuestas se traduce en apoyo a los movimientos políticos situados más a la izquierda. Las expectativas de apoyo electoral que acompañan a Podemos (ahora reforzado tras su pacto con IU), tienen mucho que ver con la frustración de miles de ciudadanos que han sido arrastrados al paro y a la desesperación por la crisis y las secuelas de la reforma laboral que abarata el despido y baja los salarios.
Margallo que más que un «verso suelto» en el universo del PP es hombre de criterio propio ha dicho lo que otros en el partido piensan pero no lo dicen en público porque de manera sutil, a la gallega, también en el Partido Popular el que se mueve no sale en la foto. Lo sorprendente, si se quiere, es que sus palabras estén en los medios en días ya de campaña electoral cuando en su partido todavía no se han hecho públicas las listas con las que el PP va concurrir a los comicios del próximo 26J.
Hay quien ha interpretado que García Margallo va por libre y mantiene un pulso con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. En el cuaderno de reproches le han apuntado hasta un viaje a Azerbaiyán en el que se trajo de vuelta en el avión oficial al ex presidente Rodríguez Zapatero que andaba por aquellas latitudes asiáticas predicando su excéntrica «alianza de civilizaciones». Pequeñeces. Aunque contradiga el discurso de Mariano Rajoy acerca de los logros del Gobierno en la pasada legislatura lo que el ministro ha venido a decir es que las críticas de las oposición cuando hablaban de «austericidio» estaban en razón. La sinceridad no suele tener premio. Todo lo contrario. Le debieron llamar a capítulo y Margallo aclaró que se había referido a Bruselas y no al Gobierno cuya obra «en materia de recortes, ha rozado la santidad». No deja de ser una muestra de ingenio o una respuesta irónica a un tirón de orejas monclovita. Pero lo dicho, dicho queda.

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