Federico Jiménez Losantos

«Garzón e Iglesias han creado la Guardia Roja Mahouísta: contra la burocracia, la lupulocracia»

"Garzón e Iglesias han creado la Guardia Roja Mahouísta: contra la burocracia, la lupulocracia"
Federico Jiménez Losantos. EP

Federico Jiménez Losantos que se troncha abiertamente el pacto de los botellines suscrito por Pablo Iglesias y Alberto Garzón. A partir de ahora pasan a ser conocidos como el ‘comando Mahouísta’:

Con el Pacto de los Botellines nace una variante, entre lupular y crepuscular, del marxismo: el mahouismo, porque en Madrid los botellines suelen ser de Mahou. La última vez que alguien contó los asistentes al 1 de mayo, el jefe de CCOO, pillado luego en el desliz de las tarjetas black, culminó así su arenga a los obreros ausentes: «Y ahora, unas cervezas ¡y a vivir!».

Garzón e Iglesias, escribas sentados del viejo Partido Comunista de Gaspar Llamazares, han tomado al pie de la letra la dominguera doctrina sindical y han creado la Guardia Roja Mahouísta: contra la burocracia, la lupulocracia. O cómo pasar del botellón del 15-M al botellín de ocho escaños posibles, magro botín de tres números uno y en provincias estratégicas como… Teruel.

Señala que:

El marxismo-leninismo, la doctrina totalitaria más longeva en el mundo -que cumple un siglo el año que viene, aunque en el ¿Qué hacer? de 1905 ya está lo esencial del Lenin de 1917-, consiste en unir dos cosas que tienen poco que ver. La primera, la brillante aunque errada doctrina de Marx y Engels, es una silla con dos patas: el Materialismo Histórico, que ve en la lucha de clases el motor de la Historia; y el Materialismo Dialéctico, que ve en la contradicción la base de la filosofía. Pero en los Cuadernos Filosóficos de Lenin, editados póstumamente y archivados por idealistas, se ve que una silla de dos patas se cae si no la aguanta el sentado, que es Lenin. ¿Cómo? Mediante la improvisación, el bonapartismo de la ocurrencia y el oportunismo en la acción que se resume en un Líder sabio forjador de un Partido Elegido que sabe interpretar las condiciones históricas para conquistar el Poder.

Lo genial de Lenin es que se proclama marxista mientras desmiente a Marx, e implanta la Dictadura del proletariado, que Marx ve como fruto de la maduración histórica de la lucha de clases, en un país, Rusia, sin clase obrera, mediante un golpe político-militar y una salvaje guerra civil. Mao, Pol Pot, Fidel Castro, el Che, Abimael Guzmán, la dinastía Kim o Chávez son, sí, marxistas-leninistas, o sea, pomposos oportunistas que aprovechan lo que sea -Irán, Venezuela, La Sexta- para hacerse con el Poder. Aquí, el tren blindado alemán que lleva a Lenin hasta Rusia son las teles del PP al servicio de Podemos y de Iglesias para triturar al PSOE. El mahouísmo es el marxismo-sorayismo: «Unas cervezas ¡y a mandar!».

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