Los de unos es la maldición del cliché. Lo de los otros, un ataque de nervios, trufado con copiosas dosis de sectarismo piojoso.
La visita de Albert Rivera a Venezuela, a un mes de las elecciones del 26-J, ha trastocado los planes de Pablo Iglesias y sus compinches de Unidos Podemos.
Se las prometían muy felices, con una campaña ‘in crescendo’, sonriente, y se han encontrado de sopetón obligados a torcer el colmillo, justificar a los sicarios de Maduro y tiznados por la sombra de la financiación chavista.
Para salir del paso, proclaman que la campaña debe centrarse en lo que interesa a los españoles y no «en lo que sucede a miles de kilómetros».
Todo ello sazonado con insultos a Leopoldo López, a quien etiquetan de golpista.
Si te has destetado en el tubo de ensayo de la Universidad, sin pegar chapa durante quinquenios, es lógico que carezcas del don de la empatía y uno entiende que los que pasean como un héroe al terrorista Otegi se atrevan a comparan al líder democrático enterrado en una mazmorra bolivariana con nuestro coronel Tejero, el del 23-F.
Lo que no me entra en la cabeza, es lo de los periodistas que han comprado la mercancía. Han escuchado a Iglesias decir que Rivera ha ido a la atribulada Caracas a «grabar un spot de campaña» y andan por las tertulias de radio y televisión repitiendo como mamarrachos que el de Ciudadanos intenta explotar el dolor de los venezolanos.
Tendrían que preguntarse si clamar contra el espanto de los inmigrantes ahogándose en el Mediterráneo, a favor de los desahuciados o de quienes pasan hambre es legítimo o debe proscribirse como una forma de sacar partido al sufrimiento ajeno.
Rivera ha tenido el coraje de meterse en la boca del lobo, para decir alto y claro que los amigos de Podemos no respetan los Derechos Humanos, que en las cárceles venezolanas hay presos políticos y que el pueblo padece una desastrosa gestión.
Si aquí no hubiera un partido, cuyos dirigentes se pusieron morados de solomillo, langosta, ron y subvenciones, es muy probable que no estuviéramos a estas horas hablando tanto de Venezuela y que ni siquiera a Rajoy se le habría ocurrido meter el drama de los 200.000 residentes españoles en la agenda del Consejo de Seguridad Nacional, pero quienes cobraron, han sido cómplices de los verdugos y ponían al chavismo como ejemplo, son un tal Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa, Alegre y demás cuadrilla y ahora, encima, nos intentar gobernar.
ALFONSO ROJO