No te va a gustar – La corbata de Pablo


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

Comprendo que el título de este comentario suena a rótulo de sastrería, pero no: hablo de política. De la corbata de Pablo Iglesias, consistente en una especie de cordel anudado en torno a un cuello con camisa desabrochada. El efecto no es mucho más elegante, pero la elegancia no es valor que cotice al alza precisamente en estos tiempos que corren. Sabía, o intuía, Iglesias que la (pre)campaña de los últimos minutos se iba a polarizar en torno a dos temas: su autodefinición como socialdemócrata en la cuarta fase y*su corbata. Ahora toca corbata, desaliñada, eso sí, no como cuando se iba de mangas remangadas y «jeans» a ver al jefe del Estado. Vestimenta multipolar, lo mismo que ahora toca socialdemócrata, ayer comunista y mañana de la FAI, o vaya usted a saber. Al fin y al cabo, La Moncloa bien vale una misa, o un elogio a la antes denostada transición, o un viva a Obama y la OTAN si se tercia…
La corbata de Pablo, sus charlas con los niños en las teles, la película que le sacó a León de Aranoa, sus travesuras de dialéctica política de primer curso de la facul, son muestras de que estamos ante un personaje inestable, de convicciones mucho menos firmes de lo que presume y se presume, pero que domina bien la escena. Un director teatral que equivocó su camino profesional. Lo peor de todo es que aquellos a quienes quiere robar esa escena y el papel de protagonistas caen en la trampa, y ahí tienen ustedes a unos desnortados socialistas veteranos -menuda campaña desastrosa la del PSOE–, adoctrinando sobre lo que es en realidad la socialdemocracia entendida al recto modo, o incluso opinando acerca de la que se hará célebre corbata de Pablo. Ahí, el señor Iglesias le da sopas con ondas al señor Sánchez: nadie se fija en si lleva o no corbata, y lo peor es que eso debería preocuparle. ¿Será eso el «sorpasso» que va a condicionar nuestra vida futura? Qué miedo, maaaadre mía.

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