Francisco Muro de Iscar – Semana decisiva


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Independientemente de la decisión del Comité Federal del PSOE, esperada y provisional, al menos hasta que la situación avance, esta semana que empieza es decisiva para la formación del nuevo Gobierno. Un Gobierno que sólo puede estar encabezado por el PP, con más o menos apoyos. Debería ser seguro el de Ciudadanos para asegurar la gobernabilidad, igual que hizo con el PSOE aún a sabiendas de que no era posible llegar a ningún puerto. Ahora, aunque tampoco la hay, un gobierno con 170 escaños puede gobernar perfectamente negociando todo o casi todo con el PSOE. Es decir, que el futuro pasa por un programa pactado con Ciudadanos, un acuerdo con el PSOE para las grandes reformas y mucha cintura parlamentaria para alcanzar acuerdos en todo lo demás, incluidos los Presupuestos, que serán el otro Tourmalet que tiene que subir Rajoy si quiere dar estabilidad a España. Pero la responsabilidad no es sólo suya.
Estabilidad y confianza. Los márgenes de decisión, gobiernen Rajoy o Sánchez -bueno, Sánchez está enrocado en el no absoluto, pero también amortizado y pendiente de que los suyos le den la puntilla- son muy pequeños porque las obligaciones sociales internas y las políticas de la Unión Europea reducen mucho las posibilidades de maniobra. Pero es que, además, cualquiera que gobierne o que exija acuerdos para el pacto, no puede ignorar que España es el país que más crece de la UE, que el paro está descendiendo, aunque sea con precariedad y temporalidad, y que cualquier giro radical puede poner en peligro lo que se ha hecho. Y que la alternativa puede ser mucho peor.
Lo que tienen que cerrar los tres partidos constitucionalistas, dentro o fuera del Gobierno -lo ideal sería dentro- y cerrarlo ya, es un acuerdo que sirva para consolidar la recuperación, tan frágil aún como sometida a todos los problemas internacionales, y la puesta en marcha de medidas que sirvan para incentivar la creación de empresas y de empleo y la competitividad. Tienen que conseguir que esa recuperación «se note», que llegue a todos. Con algo menos de cuatro millones de parados, muchos de ellos sin prestaciones sociales, nadie puede hablar de que «España va bien». En tercer lugar, los tres, y si fuera posible Podemos y los partidos nacionalistas, deben abordar las reformas estructurales pendientes (educación, justicia, fiscalidad, pensiones, territorialidad, ley electoral, modelo industrial, innovación…) y cerrar un pacto que sirva para los próximos 10 o 15 años. Y, por último, abordar, también sin fisuras, la regeneración política y la lucha cerrada contra la corrupción.
¿Quieren? El objetivo es devolver a los ciudadanos la confianza en sus instituciones y en sus políticos y ello exige una negociación sin condiciones iniciales, sin líneas rojas y sin vetos de ningún tipo. También imaginación y altura de miras. Es el tiempo de la política. Como dice Alvarez Pallete, el presidente de Telefónica «en vez de fronteras, imaginen nuevos horizontes». Se puede, claro que se puede. Y están obligados.

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