Antonio Casado – Iglesias, impuntual


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

El secretario general de Podemos, Pablo Manuel Iglesias, hizo esperar quince minutos al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, que le había convocado en el Congreso de los Diputados para explorar su disposición a apoyar o no apoyar un eventual Gobierno del PP.
La descortesía del retraso forma parte del modus operandi de un líder más ducho en las artes escénicas que en la política. Lo suyo es hacerse notar por ocurrencias marginales que eclipsan el contenido. El regalo de libro con mensaje, el paseo televisado, el beso en la boca al compañero, el bebé-diputado o el calculado retraso en una cita con Rajoy, son otras tantas formas de banalizar la política en aras del espectáculo o, como dirían los nuevos demo-gurús, en aras de la expresión no verbal.
El resultado es que nos quedamos solo en la envoltura. El propio Iglesias decía hace poco que una de las claves del batacazo electoral de Podemos-Etcétera había sido «el tono». Y si nos remitimos a su encuentro del martes con Rajoy descubriremos que lo más destacable de la cita fue el retraso.
En este caso el contenido ni siquiera pudo competir con el gesto de la descortesía porque la matemática y la política han excluido a esta fuerza política del eje de la gobernabilidad. De modo que su cantado «no» a un Gobierno del PP es de obligado cumplimiento y nadie esperaba otra cosa del encuentro.
Sin embargo aprovechó Iglesias para reclamar del candidato socialista un paso adelante como cabeza de un eventual Gobierno de izquierdas con el concurso de «fuerzas catalanas y vascas». La propuesta no vive en la cabeza de Pedro Sánchez, que ya tuvo suficiente con el portazo de Podemos en la Legislatura tonta del 20-D, que, por cierto, sirvió para consolidar a Mariano Rajoy en la Moncloa, no para favorecer el gobierno progresista y de cambio por el que Iglesias dice apostar de nuevo. En Ferraz no tienen la menor intención de tropezar en la misma piedra.
Por tanto, Podemos queda excluido del eje de la estabilidad en el que aparecen comprometidos PP, PSOE y Ciudadanos. A estas tres fuerzas se les exige estar a la altura de las circunstancias y asumir su responsabilidad en el «no» a una repetición de las elecciones generales. Nadie se molesta en exigir sensatez a quienes practican el aventurerismo político y/o ponen en duda el principio de soberanía nacional única e indivisible. Y nadie espera del populismo o el separatismo decisiones encaminadas a impedir una nueva llamada a las urnas.
Por si acaso, Rajoy le hizo un único ruego a Iglesias: que no se sume a las aventuras separatistas del nacionalismo. El propio Sánchez, al que Iglesias vuelve a ver como presunto compañero de viaje -algo que yo no puede decirse al revés-, siempre habla de esa roja en un hipotético acercamiento a Podemos. Nunca pactaría con quienes ponen en riesgo la soberanía nacional.

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