Luis del Val – Autogolpe


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Fujimori en Perú, los militares en Egipto, Argelia, Pakistán… La relación de los autogolpes de Estado, de los cuales la presunta víctima sale altamente favorecida, ocupan un centón de páginas y abarcan todos los continentes. Aquí mismo, en España, el asesinato de Carrero Blanco, que se oponía al ingreso de España en la OTAN, les pareció a algunos un estornudo de aparente golpe de Estado, que dejaba el camino libre a lo que luego fue la normalización democrática de España.
Que, a las dos o tres horas de producirse el intento de golpe de Estado, se comience a detener a jueces, y no a uno o dos, sino por docenas, y a cientos de militares, produce estupor. Lo primero, porque en los golpes de Estado puede haber involucrado un par de magistrados, pero no estas cantidades inmensas al por mayor, que tienen todos los visos de una purga cuidadosamente planificada por la presunta víctima. Pero incluso el alto número de militares detenidos urge al estupor, teniendo en cuenta que a muchos de ellos el golpe les pilló durmiendo en su casa. Tan sutiles y clarividentes son los servicios secretos de Erdogán. Y, si son tan clarividentes ¿cómo es que no previeron que se iba a producir?

¡Y qué prisas en pedir la pena de muerte! Por cierto, si la somete a un referéndum se aprueba con un entusiasmo que algunos de los entusiastas puede que sufran meses más tarde, en su propio cuello.
Naturalmente, todo esto son rumores. No hay pruebas. Pero de tratarse de un golpe de Estado planificado se habría hecho a la perfección. Bueno, hay más de 300 cadáveres que se han quedado tendidos en el camino, pero los caudillos de los pueblos no suelen darle importancia a esas menudencias. Son los daños colaterales. ¿De un auto golpe? Estremece pensar la verosimilitud.

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