Carmen Tomás – La inercia tiene un límite


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Está claro que el que no se consuela es porque no quiere. Se acaba de publicar el último CIS y aunque su valor es bastante limitado, ya que se elaboró apenas unos días después de la celebración de las elecciones, ya han salido algunos apuntándose medallas. El que más el PSOE que sube unas décimas y ya piensa, no se entera, que si hay otras elecciones pueden dar la sorpresa. Es obvio que Pedro Sánchez está en la inopia. No entiende que tiene 85 escaños, que no será oposición sin gobierno y que unas terceras elecciones son un desastre para este país y para el PSOE. Cada día se lo dicen más personas relevantes y no tan relevantes de su propio partido. Pero cómo le dice mi compañero José Alejandro Vara ¿Qué parte del verbo perder no ha entendido? Este mantra de que si apoyas o te abstienes en la investidura es un cheque en blanco a Rajoy no cuela. Cualquier observador honesto sabe que procurar una investidura al que ha ganado las elecciones es arrancar y que para cambiar sus políticas e intentar aplicar cuantas más de las tuyas mejor, se puede hacer desde una oposición dura, crítica y responsable. Algo de esto también le pasa a Ciudadanos. Marcó demasiado pronto su posición de abstenerse y ahora que está negociando, ha quedado encorsetado.
El caso es que haya gobierno en agosto o en septiembre, la economía va a sufrir. Ya nos la dicho la agencia Moody*s, pero también lo está marcando ya la peor evolución de las inversiones, indicador clarísimo de que las cosas no pueden seguir así, con un gobierno en funciones que no puede tomar decisiones importantes. Ahora, el gobierno ha cerrado el presupuesto de 2016, así que no se hará ningún gasto que no estuviera previsto. Y me parece bien. Ya hemos conseguido sortear una multa de nuestros socios y no parece conveniente caer en la tentación de ofrecer más gasto. Más bien al contrario, lo que se busca es ajustar los gastos el máximo posible. La economía sigue tirando. Ya decía el otro día que las cifras no están en funciones. Sin embargo, un mal gobierno o unas terceras elecciones, como sugiere Pedro Sánchez que no le importarían porque le iría mejor, serían una desgracia y el retroceso inevitable. Lo que no valora Sánchez es el castigo que casi con total seguridad recibiría del electorado si su obstinación nos lleva a repetir de nuevo las elecciones.

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