MADRID, 4 (OTR/PRESS)
La política se complace en la ironía. Hemos asistido a la apertura de juicio de uno de los más nombrados casos de corrupción: el «caso Gürtel», en el día en el que se conmemora la implantación del calendario gregoriano (4 de octubre de l582), el hecho que dio pié a la legendaria historia de los «10 días que nunca existieron». A efectos políticos, eso es lo que ocurre en España con los casos de corrupción. Ya digo que resulta irónico, por no decir sarcástico, que pese a que son 37 los procesados, todos ellos en la órbita del PP, y alguno esté acusado de casi todos los delitos reseñados en el Código Penal: prevaricación, asociación ilícita, cohecho, fraude, falsedad en documento mercantil, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y blanqueo de capitales por los que la Fiscalía Anticorrupción solicita en el caso de Francisco Correa hasta 71 años de prisión, en términos de peaje político, para el Partido Popular es asunto descontado.
Descontado y en clave de respaldo electoral: indultado. Indultado pese a que entre los acusados hay una ex ministra (Ana Mato) y entre los testigos que serán llamados para indagar acerca de la presunta «caja B» del PP aparecerán viejos habitantes durante años de los telediarios: el ex Vicepresidente Alvarez Cascos; los ex ministros Javier Arenas y Angel Acebes y también otro Vicepresidente del Gobierno Aznar, el superministro Rodrigo Rato, juzgado por cierto, en Sala contigua a la de la Gürtel por el caso de las tarjetas «black». En otro país y con otras pautas de corrección política, tanta acumulación de indicios acerca del aprovechamiento de los cargos públicos en beneficio propio habría sido castigado en las urnas.
España es diferente. Mariano Rajoy que sigue siendo la máxima autoridad en el PP, se siente a salvo. En las elecciones de diciembre recibió un toque, pero en las de junio, sus electores le indultaron. Y ahora, gracias a la estulta e insondable crisis del PSOE, en los comicios que se perfilan para diciembre, podrían elevarle a los altares. Por eso hablo de la corrupción que nunca existió.