MADRID, 5 (OTR/PRESS)
El vergonzoso espectáculo que dio el PSOE el pasado sábado dejó muy tocado al partido, a sus militantes y a sus votantes. Y tuvo un corolario en las horas posteriores cuando declaró Rodrigo Rato en la Audiencia Nacional en el juicio por las tarjetas black de Caja Madrid y comenzó, siete años después, el primero de los nueve juicios de la red Gürtel, una trama de corrupción que toca tanto al PP que el PP también ha sido imputado. Aunque Rajoy nos dijo primero que todo era mentira; después, que todo era mentira, salvo alguna cosa; y finalmente que no era una trama del sino contra el PP. Sin embargo, la instrucción ha ido desmontando cada uno de los desmentidos del PP y de su líder, que no sólo ha dilatado decisiones contra los presuntos corruptos sino que, en ocasiones, los ha mantenido y promocionado hasta que no ha tenido más remedio, como sucedió con Ana Mato.
Si un extraterrestre se posase en estos días en nuestro país le resultaría incomprensible que un partido como el que vio el sábado, incapaz de gobernarse a sí mismo sin estragos, fuese capaz de gobernar España. Pero más difícil aún le resultaría entender que la alternativa sea que gobierne el mismo hombre que, aunque sólo haya sido por omisión, permitió que a su alrededor prosperase una red de delincuentes que ha robado a los contribuyentes con tal grado de eficacia que el tribunal tardó hora y media en leer el pliego de acusaciones que pesan sobre los imputados.
Pero así están las cosas. Mientras el PP se sienta en el banquillo judicial, el PSOE está llamado a ocupar el banquillo parlamentario al menos en los próximos cuatro años. Porque ya nadie duda de que el PSOE hará una última contorsión para cambiar el «no es no», que marcó su dirección y defendió con uñas y dientes el defenestrado Pedro Sánchez, por una abstención que facilite la investidura de Rajoy. Sólo cabe que el candidato popular lo acepte. Porque lo más surrealista de todo el proceso autodestructivo que ha protagonizado el PSOE es que mientras hace seis meses tuvo la posibilidad de presidir un gobierno alternativo y hace unas semanas la ocasión de vender cara su abstención al PP, ahora es Rajoy el que pone condiciones para que el PSOE se abstenga. Seguro como está el candidato popular de que unas terceras elecciones le harían mejorar su posición parlamentaria.