Julia Navarro – Entre lo mal y lo peor


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

A propósito de lo que está pasando: Los afines de Pedro Sánchez ya han comenzado a mover fichas, es decir organizan su retorno. En realidad la dimisión de Sánchez es un paso atrás para intentar dar dos hacia adelante que no es otra cosa que verse coronado por la militancia dejando fuera de juego a los «barones».
Por lo pronto el PSOE está en una situación endiablada. Todas sus opciones son malas. Es evidente su situación de debilidad electoral de manera que unas terceras elecciones podrían suponer un nuevo descalabro y los 85 diputados quedarse en muchos menos. Pero al mismo tiempo abstenerse y permitir gobernar a Mariano Rajoy puede suponer un desgarro interno de consecuencias imprevisibles. Mientras tanto resulta impúdica la actitud del PP y sus voceros sugiriendo que no se conformarían con una abstención técnica del PSOE y por tanto exigirían a los socialistas garantías para poder gobernar toda la legislatura. Que se atrevan siquiera a sugerirle evidencia de que lo que de verdad quieren es que se celebren las terceras elecciones porque creen que las pueden ganar por goleada. En cuanto a Podemos continúa pescando en río revuelto y amenaza al PSOE con retirar su apoyo a los barones a los que apoya en determinadas comunidades si estos defienden la abstención y facilitan la investidura de Rajoy.
Lo increíble es que los socialistas continúen acoquinados ante Podemos y no haya ni un solo socialista que se enfrente a los «podemitas». Por ejemplo respondiendo amenaza con amenaza. Si Podemos retira su apoyo a los presidentes de las comunidades valenciana, aragonesa o de Castilla-La Mancha, el PSOE puede retirar su apoyo a todos los alcaldes podemitas que gobiernan ciudades importantes, Madrid sin ir más lejos. Pero es que además habría que recordar a los dirigentes de Podemos que si Rajoy vuelve a gobernar es porque ellos se negaron a apoyar a Pedro Sánchez y provocaron unas nuevas elecciones. De manera que la responsabilidad de que haya un gobierno del PP es sobre todo de Podemos no de que el PSOE pueda abstenerse.
Lo insólito es que en el PSOE no sepan reaccionar y se dejen ningunear por los podemitas. Javier Fernández tendría que frenarlos.
Y por último, el paisaje después de la batalla resulta desolador. Pedro Sánchez ha hecho un daño tremendo al PSOE dividiéndole y llevándole al borde de la ruptura.
A todo esto no olvidemos que lo que ha pasado en el PSOE es consecuencia de que Pedro Sánchez estaba a punto de cerrar un acuerdo con Podemos y los partidos independentistas, algo para lo que el Comité Federal no le había autorizado. Pero él quería hacer una a política de hechos consumados buscando una vez más forzar el brazo a sus compañeros, a los «barones», apelando a la militancia convencido de que las bases avalarían su decisión de gobernar con Podemos y compañía.
Pero vuelvo al principio, se equivocan quienes creen que Sánchez esta derrotado. Planteará batalla y la puede ganar, aunque su triunfo suponga que el PSOE se convierta en una fuerza política irrelevante. Al tiempo.

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