Antonio Casado – PSOE: Daños colaterales


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

El salto a la fama de Javier Fernández como líder provisional del PSOE ha producido efectos balsámicos entre quienes, dentro y fuera de nuestro país, han venido apostando (también el abajo firmante) por el deber político y moral de normalizar cuanto antes la vida política mediante la formación de un Gobierno. Un reto que pasaba, y aun pasa, por un golpe de timón en la dirección del partido dirigido hasta hace días por Pedro Sánchez.
Las declaraciones públicas del presidente de la comisión gestora, cargadas de sentido común, dejan claras las luces de posición que determinarán su hoja de ruta respecto a la gobernabilidad de España. Hasta el punto de que han llevado al Rey, Felipe VI, a convocar una nueva ronda de consultas con los jefes de fila de las fuerzas políticas con representación parlamentaria (24 y 25 de octubre), en la fundamentada confianza de que, esta vez sí, la neutralidad socialista va a desbloquear la elección del candidato del PP en una nueva sesión de investidura, a celebrarse con toda probabilidad a partir del 26 o el 27 de octubre.
Es decir, de penalti y en el último minuto, puesto que la segunda votación al candidato, en la que bastaría la mayoría simple para el desbloqueo de la situación, se llevaría a cabo el 29 o el 30 de octubre, al borde de la fecha reglamentada para la convocatoria automática de unas nuevas elecciones. En este caso, la del lunes 31 de octubre.
Sin embargo, la fumata blanca para esta secuencia, que sería el fin de la interinidad sin acudir de nuevo a las urnas, depende de que el comité federal del PSOE (domingo 23 de octubre) confirme el cambio de posición del grupo parlamentario en la investidura. A favor de la «neutralidad», claro. Siempre a la luz de la resolución del 28 de diciembre, donde se apuesta por el «no» pero también se compromete a que «el PSOE actuará en coherencia con sus valores, con lealtad a los españoles y anteponiendo siempre el interés de España a cualquier otro objetivo».
Javier Fernández y un amplio sector de dirigentes y barones socialistas entienden que el famoso «no es no» de Sánchez nos llevaba irremediablemente a las terceras elecciones. Y ahora ven al futuro Gobierno del PP sólo como un inevitable daño colateral del rechazo a otra llamada a las urnas en menos de un año, que sería letal para España y para el PSOE.
Más cercano es, como daño colateral para el PSOE, la posibilidad de que algunos de sus diputados rompan la disciplina de voto. Amagos no faltan. El más visible afecta a los siete diputados catalanes, que organizativamente pertenecen a un partido distinto y, en consecuencia, se remiten a lo que diga no el comité federal del PSOE sino su propio comité federal (llamado consejo nacional del PSC). En cuanto a los demás (la independiente Margarita Robles y algunos diputados de estricta fidelidad al caído Pedro Sánchez), tendrían que explicar por qué un mandato del comité federal es vinculante solo si encaja con la posición personal de cada uno.

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