Fermín Bocos – Y ahora, ¿qué?


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

El PSOE sale muy tocado tras haber decidido el Comité Federal que el Grupo Parlamentario deberá abstenerse en la segunda votación para asegurar la investidura presidencial de Mariano Rajoy.

Los partidarios del «no» (40%), ni parecen dispuestos a acatar la voluntad de la mayoría, ni están por la resignación. Van a dar la batalla. Primero en el Grupo Parlamentario y después exigiendo primarias para elegir al nuevo secretario general. Aunque fuera del ciberespacio tuitero Pedro Sánchez lleva tres semanas ausente, es opinión generalizada que se presentará como candidato. El mismo se lo comentó al presidente cántabro Miguel Angel Revilla. En ese escenario cuenta con una ventaja y un inconveniente. La ventaja es que a juzgar por las protestas contra el sector de los barones partidarios de la abstención, un segmento nutrido de la militancia está con Sánchez. Y, segunda ventaja, el otro sector todavía no tiene un candidato. No parece que Susana Díaz, la gran muñidora de la defenestración de Sánchez, vaya a dar el salto cambiando el confortable barroco sevillano del Palacio de San Telmo por un anodino despacho de la madrileña calle de Ferraz. Díaz se ha quemado en la operación de derribo del secretario general. Hay federaciones: País Vasco, Baleares, Castilla y León, La Rioja o Murcia que no la apoyarían. Tampoco el PSC, la rótula suelta en todo este proceso. El hándicap de Sánchez es que se ha revelado como un político frío, ambicioso y rígido. Rasgos de personalidad que se avienen mal con el liderazgo… cuando quien lo persigue aún no lo ha conseguido. En fin, aunque Javier Fernández, el presidente de la gestora se ha esforzado en tender puentes, el resultado de la votación demuestra que no lo ha conseguido. Y no por falta de tacto y paciencia. Este ingeniero de minas de aire triste y cansado se ha ganado el respeto de todos dentro y fuera del PSOE.

Pero la semilla de la discordia está sembrada. El futuro del otrora cohesionado Partido Socialista es incierto. La votación del Comité Federal no ha puesto fin a la guerra civil. Para los partidarios de Sánchez, solo ha sido una batalla perdida, pero no dan por concluida la guerra. Atentos, también, a los pasos que pueda dar Josep Borrell, un dirigente que parece tener un discurso propio al margen de banderías en un momento en el que el resto parece instalado en el desconcierto y la depresión.

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